miércoles, 1 de abril de 2009

Joseph Haydn y Marvin Gaye duermen en la misma tumba

Extraños compañeros de cama hace la Muerte, con mayúsculas. El mismo día (hoy miércoles) en el que se cumplen 25 años de la muerte de Marvin Gaye a manos de su tarado padre (un ultra cristiano negro que no hubiera podido distinguir un acorde de un salmo) empiezan las celebraciones oficiales del bicentenario de la muerte de Joseph Haydn (el del cuadro que parece George Washington), el padre del clasicismo de la mal llamada ‘música clásica’, que no es otra que la música sinfónica. O música a secas para los ultras de la calve de Sol bien hecha. Como dijo uno de los feligreses de esta secta “Beethoven es Dios y desde 1940 sólo se hace ruido para palomas”. Toma ya. De mister “Sonido Austríaco” podemos decir que fue profesor de Mozart, que vio venir a Beethoven y que se convirtió el modelo de músico de corte y de encargo que duraría hasta bien entrado el siglo XIX. El pistoletazo de salida de los múltiples conciertos del ambicioso Año Joseph Haydn (1732-1809) lo ha dado este martes por la noche Nikolaus Harnoncourt al frente de su Concentus Musicus, entonando cuatro sinfonías (la Nr 1, la 59, la 95 y la 100) del músico austriaco. A ciencia cierta que no puede haber nada más antagónico que una sinfonía cortesana de Haydn con la interpretación que hizo Gaye del himno americano aquella noche en la que unió a todo un país con su forma tan peculiar de cantar y retorcer la voz.

Negro más negro que nadie, convirtió el espíritu de la música de su gente en un producto bien lustroso y empaquetado para que los blancos descubrieran ese sonido serpenteante, profundo, suave y pecaminoso que llevaba siglos inundando Nueva Orleáns, los guetos de Nueva York, Chicago o Los Ángeles y que se metía en sus oídos sin problemas. Entre tanto, y aunque amemos el clasicismo, seguimos pensando dónde habría podido llegar el bueno de Marvin si no hubiera caído en las drogas, el alcohol y el frenesí copulador por culpa de un padre hipócrita, sacerdote y que había abusado de él siendo un niño. Lo mató y con él murió buena parte del soul cuando sólo tenía 45 años. Imagínense lo que hubiera sido de los años 80 de estar él vivo, imagínense lo que habría sido el siglo XIX si Mozart hubiera vivido 20 años más. Seguro que en Salamanca hacen algo recordando al austríaco, pero probablemente lo de Gaye pase sin pena ni gloria. Qué pena de urbe. Requiescant in pace ambos.


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