miércoles, 28 de septiembre de 2011

Adieu, Mostra de Valencia


Otro tajo más. Ahora la Mostra de Valencia, cuyo precio (1,7 millones de euros) al lado de lo robado a la cosa pública en Valencia en estos años de dominio político conservador no es ni una pequeña sombra. Y sin embargo, es el signo de los tiempos: se recorta dinero de lo obvio (cultura, asistencia social, quizás educación, quizás sanidad) y no se reestructura el sistema para que todos puedan tener suficiente. El recorte es la vía fácil, y las artes y las ciencias son precisamente la diana perfecta porque no hay un verdadero lobby de la industria cultural que presione en contra, sólo quedan autores y artistas que no son bien recibidos por una sociedad que empieza a dar síntomas de engreimiento de su ignorancia, muy al estilo de EEUU.

Según la alcaldesa Rita Barberá, el dinero se destinará a "otras cosas más necesarias", y como eso no sea tapar agujeros en forma de salarios, impagos de facturas de la ciudad o servicios públicos, pues no tiene ni la más mínima justificación. No es que desaparezca este año, es que ya no volverá, suponemos, hasta que las vacas engorden, vuelen y a ser posible sean de otro partido. Las razones pueden ser muy peregrinas (falta real de dinero, ajuste de cuentas con la intelectualidad valenciana que embistió contra el PP por lo de Camps, quizás la sibilina mano del catalanismo en la cultura de la ciudad...), pero lo hecho, hecho está, y por lo tanto más valdría ir pensando en cómo traer de nuevo la Mostra a Valencia sin dinero público, con empresarios, con productoras, con distribuidoras, con los que se mueven de verdad, y por supuesto poner un montón de gorilas en la puerta para que a la Barberá, el reverso tenebroso del Mistral, ni se le pase por el entrecejo celtíbero poner los pies en los cines.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El hedor de lo rancio


Alguien en Asturias parece haber decidido torpedear a toda costa el legado cultural moderno que tiene ese peculiar rincón del norte. Sólo los descreídos y los ingenuos creen en las casualidades, y parece muy obvio que los frágiles nuevos amos del Principado (gobiernan en minoría, a saber si terminan la legislatura), los hidalgos de Paco Cascos, han decidido pasarle la factura ideológica a muchos inventos: la Laboral, la Semana Negra de Gijón, y ahora el Centro Niemeyer de Avilés. En Oviedo no tendrán que pasar la guadaña porque allí no ha habido nunca demasiado que ver, la verdad, arquitectura aparte. Según una noticia de hace algunos días, una auditoría interna del gobierno autonómico ha detectado muchos gastos sin justificar en la construcción del centro. ¿Ah, pero te sorprende?

















Los pufos de la construcción son muchas veces un mal menor en pos de algo mucho más grande: seguro que Tutmosis IV hizo ingeniería contable para construirse un palacete nuevo en Tebas, o los faraones anteriores para edificar Gizeh, y qué decir de los romanos, que elevaron la corrupción urbanística al grado de arte (su sangre corre por las venas de medio Levante español). Sin embargo, algo nos dice que detrás de una sospecha tan grande hay una intencionalidad mayor: triturar a la izquierda allí donde respire, o mejor dicho, que la izquierda española es profundamente imbécil, se trata de "quitar de en medio cualquier cosa que piense y actúe por sí misma y que no podamos controlar o sojuzgar". En España los partidos gobiernan como si fueran duques medievales; más de 30 años de democracia no han servido para que nadie aprenda la lección de que no se debe machacar la inteligencia y que hay que dejar libre al personal, porque al pensar de forma independiente suelen tener mejores resultados.

En España hubiera sido imposible un Leonardo da Vinci, ni un Bill Gates, y mucho menos un niñato como Zuckerberg, que habría sido pasto de risas y burlas del resto de empresarios. Huele muy mal lo del Niemeyer, huele a pufo político, huele a que quizás el anterior gobierno metió más dinero del que debía y sin justificar, huele al rancio hedor de lo bienpensante que durante tanto tiempo ha castrado culturalmente uno de los países con mayor banco de talento de Europa. Los bárbaros siguen acercándose a los muros. Si en el norte han hecho esto, qué no harán cuando tengan el poder real del centro. O no, vaya usted a saber...


viernes, 23 de septiembre de 2011

Monstruos mezclados


Vuelven los monstruos sagrados, libres, mezclados, mugiendo como vacas sacras buen estilo hindú de toda la vida. Regresan los que un día dieron algo de fondo y forma a una cosa llamada rock que hoy está en declive, dominada la industria por los sonidos facilones. Cuando más cerca está el final de un modelo de negocio, más radical y extremo es en su purismo, igual que un dictador es más peligroso cuando se ve acosado.

Dejando atrás los paralelismos, hay dos cosas que soliviantan mucho: Lou Reed, el ladrón de cigarrillos ajenos, un superviviente (con secuelas, es obvio) de las garras de Warhol, se ha juntado con Metallica, que también entraron hace no mucho en ese Parnaso de "mitos del rock", que es como si te enterraran en vida pero con mucho estilo haciéndote reverencias. Se han juntado un grupo legendario de rock duro (¿son heavy de verdad...?) con el alma extraña del padre de la Velvet Underground, que no es que sea muy duro en sus canciones, y sí muy experimental (añadiendo su época de brillantina a lo Bowie, que con esa cara de estibador de puerto de Nueva York le sentaba como a un Cristo dos pistolas).

'Lulu', que así se llama el álbum conjunto, sale a la venta el 31 de octubre, seis días después de que los herederos de U2 (en cuanto a tirón popular, queremos decir) hagan lo propio: Coldplay publicará 'Mylot Xilot' después de esa canción-broma llamada 'Every teardrop is a waterfall', que llevaba en las entrañas un sampler de 'I go to Río' de Peter Allen. Van a coincidir, y si alguien quiere regalar, pues nada, tarjeta de iTunes y a descargar, que eso de comprar discos está de funeral. Prometemos volver a hablar de todo esto en el futuro, palabrita del niño Jesús, porque son dos propuestas mucho más interesantes quizás que escuchar el enésimo invento raro de Mick Jagger, Super Heavy Band, que ya hasta el nombre está cascado. Mejor que se agarre cuanto pueda al cerebro nebuloso y blanquecino de Keith Richards, que cuando él no esté... uf.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un valiente llamado Enrique Urbizu

El día 23 se estrena 'No habrá paz para los malvados', otra obra de valor y coraje supremos en un medio hostil como es el gremio del cine en España. Dirigida por Enrique Urbizu. Conocimos a Enrique durante uno de los master de guión de la Universidad Pontificia, y es justo lo que parece: un tipo con muchas roscas rotas de tanto pasarlas, perenne cigarrillo (entonces), acidez mental, pinta de acabar de salir de un cómic underground madrileño y un talento inmenso para el cine. Es un valiente, al estilo de gente como Jordi Serra i Fabra: son los Gary Cooper de sus oficios, solos ante el peligro, incomprendidos que hacen cine y literatura de género, la gran bestia parda del cine nacional, empeñado en ser un asunto de cosa nostra, de girar siempre alrededor de las mismas ideas mediocres que le alejan del público. La gente no piensa, dicen, pero bien que arrastra fans y espectadores Urbizu, que ya rompió los moldes con películas como 'Todo por la pasta' o 'La caja 507', dándole de paso una vida nueva con cada papel a José Coronado. Dicen que es mal actor, pero con Urbizu se transforma, así que algo tendrá este hombre para ser capaz de exprimir limones y hacer miel con ellos. Más que la película, ojo, estamos recomendando al propio director: háganse una videoteca con todas las películas que ha dirigido, escrito o coescrito, y les saldrá una semana de cine del bueno, aunque este pionero y valiente no se prodigue mucho. No por gusto, sino por falta de apoyos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

RIP Jordi Dauder


Llega con varios días de retraso, pero siempre es bueno acordarse de los grandes. Ganó un Goya en 2009 por hacer de repelente cura opusino en 'Camino' y dejó una estela de gran actor en muchos de los trabajos que hizo. Jordi Dauder dejó atrás la vida de un catalán de pro que supo luchar dentro y fuera de los escenarios. Ser uno de esos granos en el culo de toda la sociedad bienpensante que no tolera que gente sin más poder que su voz y su pensamiento les lleve la contraria. Las hay en todas las esferas y facciones. Pero más que su rostro y sus transformaciones para el teatro y el cine, sin duda el oído humano reconoce a Dauder, que fue el doblador oficial de Nick Nolte, Richard Harris, Gregory Peck y Rod Steiger, que no todo en esta vida es estar en primera línea. Repartió su activismo de izquierdas por media España e hizo de todo en la actuación. Los que le conocían decían que era un troskista, pero pacífico. Bueno, son conceptos antagónicos, pero en la piel de toro a los muertos se les perdona todo. RIP

sábado, 17 de septiembre de 2011

Y descubrimos a Agnes Obel


Suele ser poco frecuente darse de bruces con un sonido que puede reflejar a la perfección una parte del espíritu de alguien. Cuando llega ese instante en el que cada canción es casi perfecta para unos oídos y para otros sólo es un ruido bien acompasado. Acostumbrados como estamos por aquí a ser minoría, y a que lo que nos hace gracia es poco menos que de fuera, del otro lado, o algo sólo para nosotros, redescubrimos la capacidad para enamorarse de un sonido con Agnes Obel, de la que en El Corso ya hay post anterior. Su único disco, 'Philarmonics', es precisamente esa fusión entre la dimensión clásica formal, tanto en instrumentos como en organización vocal, el juego con la voz humana, con el ímpetu de la música que se hace hoy y no en los tiempos de Brahms. No nos atreveríamos a llamarlo pop mezclado con clasicismo, porque el esquema de las canciones no es precisamente el mismo, pero ya que gustan tanto las etiquetas merece la pena ponérsela, porque a muchos poperos les encantará esta mujer del norte que canta en inglés (nada fuera de lo común) pero que está a años luz en cuanto a complejidad profesional y musical de Russian Red, por poner un ejemplo. Sin los mohínes malasañeros ni nada que ver con esa burbuja indie, más bien superándola. Una delicia, para paladares selectos dispuestos a darle a la música una oportunidad y amarla, no tenerla de fondo como si fuera una compañía más contra el silencio.





domingo, 11 de septiembre de 2011

Diez años de miedo


Diez años después, más o menos a esta hora, empezaba el siglo XXI, que arranca muy diferente del anterior. En 1900 Europa dominaba el mundo, América todavía era un proyecto con muchas ganas pero poco potencial, y el 70% del planeta estaba en manos del otro 30%. Y todo parecía ir bien: iba a ser, decían entonces, el siglo de la paz industrial y de la perfección de Europa. Todo fue al revés. Ahora el siglo XXI empieza con un poder inmenso llamado EEUU, Europa está dividida, empequeñecida, con pocas ganas de hacer nada y en pleno proceso de introspección que nadie sabe por dónde va a salir. Ya no hay colonialismos, sí servidumbres económicas, pero no imperios al viejo estilo. Y sobre todo hay MIEDO, mucho miedo.

El 11-S no sólo fue un golpe bajo al Imperio, al nuevo Imperio Romano, sino la espoleta de una era marcada por el terror, por la sensación de que en cualquier momento la muerte puede alcanzar cada esquina y cada lugar. Ya nadie está a salvo. Si alguien con interés repasa el inicio de las centurias se dará cuenta de que hay una especie de ley no escrita: "el siglo que empieza bien termina mal, y viceversa". Esperamos que este tipo de autoengaño sea cierto, porque el futuro no es precisamente prometedor, ni siquiera para las artes y las ciencias. Si para las segundas, que son ya la vara de medir de la Humanidad; no para las primeras, que las que no están industrializadas están marginadas.

Poner el conocimiento universal al alcance de todos no nos ha hecho mejores, más bien mucho más mezquinos. Han sido diez años de dudas, de miedos, de ataques, de muchas incertidumbres, y el futuro, ahora más que nunca, es un gran camino que se interna en un bosque oscuro. No hay futuro porque al revés que generaciones atrás, parece no estar trazado ni sabemos lo que va a ocurrir. Además del miedo se ha impuesto la INCERTIDUMBRE, la duda continua sobre un futuro más abierto que nunca. Cada vez que un agorero habla del superpoder de China en el futuro ejerce de adivino sin darse cuenta de que nadie es dueño del destino, y que el poder de hoy de China y su promesa de más poder son sueños vanos que se puede llevar el viento en cualquier momento. Ahora, más que nunca, son tiempos de improvisar y perseverar. Nunca antes la paciencia fue tan fundamental. Porque nunca antes la gente ha tenido tanto miedo a todo como hoy. Quizás, dentro de otros 20 años, ya no sea así.



miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cuando vendes tu alma al dictador


Dice el proverbio persa antiguo que hay dos tipos de hombres, los que "viven para sí mismos y los que viven para la eternidad". Cuando se es músico, cubano y castrista, debe ser difícil distinguir entre ambos objetivos: viven para sí mismos porque su éxito y su mimo público del régimen, a costa de su reputación al apoyar una dictadura, les convierte en élite y por lo tanto en privilegiados económicos. Y deben vivir para la eternidad porque su música ayuda al régimen castrista a sobrevivir culturalmente y tener publicidad. Mientras Pablo Milanés abre puertas al cantar en Miami, para el exilio cubano, y así tender puentes (que es lo que deben hacer los artistas, no volarlos) entre dos caras de la misma nación, el más ortodoxo Silvio Rodríguez sigue sin moverse de su sitio y le critica y arremete con dureza.

El resultado son dos músicos muy diferentes, porque mientras Milanés no para de abrazar a España y América, quizás intentado no ser devorado artísticamente por Cuba, Rodríguez no ha parado de ser el buen funcionario, una especia de Molotov castrista pero sin la bastardía recalcitrante que adornaba al mismo tipo capaz de sellar pactos con Hitler y luego denunciarle. Cuando alguien apoya a una dictadura se pudre su moral, acaba convertido en lo que Séneca llamaba "esclavos del alma", ya que vendes tu libertad y tu independencia en pos de una causa que en realidad no atiende ni entiende de humanismos. Cuando una ideología, la que sea, cree estar por encima de los ciudadanos, se convierte en verdugo y no en liberador. Las ínfulas revolucionarias estuvieron bien en su momento, pero a los cinco minutos, con la pretensión de permanencia en el poder, se convirtieron en un hachazo directo a la nuca. Silvio Rodríguez siempre será, por mucho talento que demuestre, un músico del régimen, una boca agradecida, mientras que Milanés, que también lo es, parece buscar otra mano que lo alimente, aunque sea la suya propia, con su arte.

martes, 6 de septiembre de 2011

Los 40 Subnormales


A riesgo de que le hagamos publicidad y de que resulte algo de mal gusto, a los 40 Principales en la Universidad, los que estimaban que la música era algo más que escuchar al presentador que era un eterno adolescente atolondrado y lo que pagaban las discográficas, les llamaban "los 40 Subnormales". En los 80 y parte de los 90, cuando todavía era una radiofórmula para lanzar música de todo tipo, lo cierto es que forjó su imagen y su vinculación con una generación. Luego, simplemente, se volvió progresivamente industrial y el nivel cualitativo cayó en picado, casi en paralelo a cómo la música latina lo devoraba todo y las discográficas aumentaban el nivel de mediocridad de sus producciones.


Ahora llegan a Salamanca, y no diremos ni el día ni la hora ni el lugar porque no merece la pena: pero eso sí, llega como musical, como un repaso a los números 1 de aquella especie de Billboard en las ondas que fue para España durante muchos años. Cogen las canciones para montar ese show en directo del que hablaremos en breve, el musical. Tener un número 1 en los 40 era como coger el éxito entre las manos, y por aquella radio pasaron desde Radio Futura a Los Secretos, Héroes del Silencio, Radiohead, U2... hoy el rock ha desaparecido. Quizás el último servicio que hicieron fue lanzar el primer disco de Dover, aquel 'Devil came to me' que fue el canto del cisne del rock en España, y en inglés. Luego, nada. Una cadena que programa abiertamente reggaeton no merece piedad.

A mucha gente le gusta ese tipo de "ruido", a otros no. Pero hace no mucho un crítico musical dijo que el nivel de la creatividad española había hecho el mismo viaje que los 40 Principales: de ser la salida natural al talento a una prostituta habitual de unas discográficas perdidas y en el lodo desde que la informática les tumbó a machetazos. Si quieren una prueba, simplemente pongan la radio, busquen los 40 y escuchen durante media hora. Luego, si quieren, apáguenla. Es su decisión, que sobre gustos no hay nada escrito... bueno sí, hay mucho escrito, pero la gente no lo lee. Y lo de ir al musical. Pues idem.