Cuenta la leyenda (allá vamos con Friker Jiménez) que en algún lugar de Oxford o Cambridge, todavía no se sabe muy bien en cuál de las dos villas universitarias, se reúne desde finales de los años 40 uno de los clubes más desconocidos y poderosos: The Undercollege. En las tripas pétreas de los college nacidos al calor de la Edad Media se fundó este poderosa sociedad después de la Segunda Guerra Mundial, cuya única labor es promover y determinar qué es vanguardia y qué no, esto es, el devenir del arte y la cultura. Ellos son los que mueven los hilos que nos condicionan y nos dicen por dónde deben ir nuestra mentes modernas supuestamente libres pero que siguen a pies juntillas los dictados de los arcanos. Cuando surgieron los Beatles (lo único que se les escapó de las manos, esos malditos) ellos crearon a The Rolling Stones. Cuando en EEUU apareció Kerouac y el movimiento beatnik ellos auparon a los revolucionarios de mayo del 68. Su poder primero abarcó Gran Bretaña, luego Europa y después EEUU y el resto del mundo. Los miembros del Undercollege sacaron de la nada a Ridley Scott, cimentaron la carrera de Pedro Almodóvar, apadrinaron a Tolkien, a Spielberg, pagaron las deudas de Coppola con los productores de ‘Apocalyse Now’, auspiciaron la Movida madrileña, promovieron la creación de los bloggers, de U2, de The Clash, pergeñaron ‘La Naranja Mecánica’, manipularon a Andy Warhol, metieron en cintura y se cargaron a Sid Vicius cuando estuvo a punto de contarlo todo, convencieron a Umberto Eco para que se pusiera a escribir novelas, sacaron del guetto a golpe de talonario el hip-hop en los años 80…
The Undercollege fue también responsable de que Stieg Larsson publicara su trilogía antes de que muriera; susurraron la idea del iPod a Steve Jobs, salvaron la vida de Salman Rushdie al menos en dos ocasiones, le pagaron las promociones a Oasis y Blur…, incluso movieron cielo y tierra para poder alimentar el auge de la novela histórica. Nadie sabe exactamente cuántos son, ni su procedencia, pero no dudan en cepillarse a los apadrinados rebeldes; sólo hay tres datos fiables: que se reúnen cada lunes y cada viernes, que desde 1966 su presidente siempre es un escritor y que son mayoritariamente british, aunque eso no evitó, por ejemplo, que Albert Boadella ingresara en 1991 en este poderoso club que durante muchos años fue dirigido por los miembros de los Monty Phyton y por Stanley Kubrick, uno de sus más famosos líderes hasta su muerte. Cuando LC llegó a Salamanca le susurraron que también bajo las piedras de la Pontificia o del Patio de Escuelas milenario había algo parecido a The Undercollege: evidentemente trata de ingresar. Todavía lo está buscando, sin éxito, obviamente (hahahaha).
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