sábado, 31 de mayo de 2008

De sumisos el infierno está lleno


Salamanca es una ciudad que da para mucho, incluso para recrear el viejo western setentero de Clint Eastwood, ‘Infierno de cobardes’. Me sorprendió que una compañera de un miembro de este grupo se sorprendiera a su vez de haber sido sincero con la gente del Festival: por decirle que algo no le había gustado y que las vanguardias sin pedagogía sólo producen estampidas de espectadores. ¿Qué pasa, es que hay que bajar la cabeza ante la institución de turno que se gasta la pasta en la ciudad? ¿Qué somos, furcias a las que se paga por dejarse hacer sin derecho mínimo a la protesta? Lo llamó "kale borroka". Vamos, que tiene la gracia donde yo te diga el comentario... Si algo está mal, se dice, que bien que nos meten luego el dedo en el ojo cuando cometemos errores nosotros. Se empieza por ahí y se termina renunciado a tener voz y voto. Que aprendan de la gente que pagó la entrada del CAEM el viernes y luego salió escopetada cuando Ponifasio metía mano a Shakespeare, que es dinero público, ¡leches!

Extremos y duros


Lo bueno de los años sabáticos es que vuelves con las pilas recargadas, aunque estés al borde del colapso y ya no puedas gritar como antes. Robe Iniesta regresó al mismo lugar donde lo dejó en 2005, a Salamanca, y lo hizo con la fuerza de una música que sabe perfectamente de qué va: de la gente, que no de las minorías. Al mismo tiempo que Ponifasio y sus maoríes espantaban a los charros snob del CAEM, el Multiusos vibraba hasta los cimientos con la “mugre” de gente que suele ir a esos conciertos. Ole las agallas de Extremoduro, la mejor demostración de que el talento no está reñido con la fama y la fortuna, y que algunos están ahí no porque sean producto de las discográficas, empeñadas en matar la música (p... cánon digital), sino porque son buenos de verdad y todavía saben rascar la guitarra para sacar algo que no sea una prueba de sonido para Operación Triunfo. Ahí tenéis al Cristo Robe, agujereado por la mala vida pero que sabe bien lo que hace. Y del Festival, salvo por el teatro de calle del viernes noche (muy bonito, sí señor), nadie sabe nada... 

viernes, 30 de mayo de 2008

Festival de las Artes Incomprendidas

Esta es la primera entrada de muchas que, desde Corso Expreso, esperamos dibujen otra Salamanca que es tan real como la que venden en los medios. Y como esta ciudad arrancó hoy con el sueño del festival internacional de las artes, pues primer guantazo: triste paso del maorí Ponifasio y su versión de La Tempestad de Shakespeare por Salamanca, se le vació el CAEM en media hora. Es lo de siempre, la gente no lo entiende, y ya pudo dar lo mejor de sí mismo y de su arte que si el respetable no se entera de la película, poco van a poder disfrutar. Es el gran problema del arte contemporáneo: hace falta mucha pedagogía previa. Lo peor es que se hace con dinero público, y ese pecado habría de ser castigado con mil latigazos, uno por cada contribuyente que desgrana sus maravedíes en beneficio de la cosa pública. No se juega con el dinero del pueblo, señores gestores. Veremos qué sale de todo esto el día 14 cuando termine el invento, pero en las catacumbas ya se oye cómo afilan las guadañas determinados medios de comunicación.