lunes, 28 de marzo de 2011

The Wall y el tiempo

Mira que han pasado años, y que el archifamoso rock sinfónico, rock progresivo o directamente pop psicodélico (hay tantas etiquetas que decir una sola es equivocarse, fijo) hace tiempo que está en el subconsciente de nostálgicos a los que le pilló la juventud entre los 70 y los 80, pero Pink Floyd tiene algo raro. Esa rareza que tantas veces le hemos escuchado a muchos críticos de música, y que en realidad es la llave para dos cosas: la inmortalidad, y luego, si se tercia, el agotamiento. Le pasó a Supertramp, le pasó a The Doors, le pasó a los Beach Boys, y le pasó también a Pink Floyd. 

Sencillamente eran tan diferentes, tan raros, tan alternativos a lo que hacían el resto, que directamente eran un estilo en sí mismos y cuando el empuje se agotó, simplemente se convirtieron en un cliché. Eso duele, pero es cierto, ya que ninguno de los grupos que hemos mencionado han tenido continuidad. En todos había un toque de grandilocuencia y de cierto lirismo exacerbado a veces por la personalidad de sus miembros (del extremo Morrison al introvertido Brian Wilson o cierto ego inflado de Waters), pero en general fueron los que abrieron muchas veces el camino. Dicen en EEUU que los Beatles se dieron de bruces contra los Beach Boys gracias a Wilson, quizás uno de esos Mozart de la música popular del siglo XX que tanto han hecho por cambiar el mundo. Jim Morrison era, para nosotros, un poeta metido a músico; de haber vivido un poco más quizás se hubiera acoplado a un proyecto como del de Roger Waters; sólo de pensarlo se ponen los pelos de punta. 

Y eso que nunca le hemos dado muchas oportunidades a Pink Floyd, suenan muy lejanos en el tiempo y a veces se superpone, sobre todo por ‘The Wall’, a esa época de las óperas rock donde cada uno ponía sus granitos de arena. No hay que olvidar que fueron los tiempos de ‘Tommy’ (The Who), pero también de esa guitarra aplastada de The Clash. La segunda época grandiosa de la música británica, capaz de juntar en apenas siete años a Queen, The Clash, Sex Pistols, Joy Division o los todavía niñatos U2. Después del concierto de hace un par de días en Madrid de lo que queda de Pink Floyd, no deja de resultar interesante echar un vistazo atrás y darse cuenta de que a veces ser diferente, que es vital, también puede pagarse con un nicho demasiado profundo. Hoy en día nadie ha hecho justicia a esos grupos tan marginales que explotaron de puro éxito para luego caer en una lánguida decadencia y cierto olvido. Menos mal que ya está todo en mp3 y en ese monstruo apocalíptico llamado internet…

jueves, 24 de marzo de 2011

El cine y las excusas

El cine entró hace tiempo en el bucle del ocio absoluto. Venga efectos especiales, venga mundo digital, venga convertir los sueños en realidad visual. Son los tiempos del cine-sueño, del cine de Morfeo, donde todo es posible, desde crear un ejército de 50.000 orcos a recrear los sueños de una post-adolescente psicótica como en ‘Sucker Punch’. Detrás está Zack Snyder, el mismo que creó ‘300’ y puso del revés eso de tener que rodar en exteriores. De eso nada: ¿para qué pagar permisos y demás chorradas cuando se puede hacer todo en un estudio y el efecto de las mágicas pantallas verdes? Pues eso.


Tiempo atrás, cuando todo empezaba a llenarse de trabajo “post” y los rodajes eran puzzles de ordenadores y muchas horas de montaje con decenas de informáticos, algunos directores dijeron que la mejor fantasía era la que era puramente realista y no se perdía en el brillo. Es como lo de “no son maneras, son chulerías”. Dejarse llevar por el brillo perfecto de lo que es totalmente perfecto. Eso sí, ni ‘Avatar’ ni ‘Star Wars’ habrían nacido sin esa magia, y tampoco la saga de ‘El Señor de los Anillos’. Sucker Punch se estrena mañana viernes 25 y la gente volverá a pestañear extasiado por el juego de luces. Detrás, la duda de si eso es un anuncio, un videojuego, un videoclip de Breatney Spears… 

Y sin embargo, la mejor escena del cine de ciencia-ficción de toda la Historia no tenía ni un puñetero efecto especial: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia…”. La película ideal es aquella, como con todo en esta vida, donde la magia está circunscrita a un buen guión, donde una casa en ruinas bajo una intensa nevada sólo tiene personajes y el efecto del tipo levitando sólo aparece como acompañamiento a algo más intenso. En eso hemos perdido. Hoy, por ejemplo, ‘Blade Runner’ sería imposible de hacer, se hubiera perdido entre los efectos. Y encima quieren hacer el remake: estamos perdidos. 

lunes, 21 de marzo de 2011

El festival mutilado

Como un cuerpo mutilado. Un periodista cercano, al saber que el Festival de las Artes, Fàycl (es decir, fácil de guillotinar), había reducido sus días a sólo 8 (del 3 al 11 de marzo), la mitad que en 2009, simplemente dijo eso de “ay, que nos quedamos sin festival”. Para los que no sean de Salamanca no les supondrá nada. Para los que nos lean habitualmente, habrán oído hablar de esta cita que pasa, pasaba mejor dicho, por ser la mayor del año en cuanto a espectáculos y artes escénicas y musicales. Pero eso era antes, mucho antes de que Calixto Bieito llegara como salvador que no va a ser tal, de que la excusa de la crisis fuera el silenciador de un arma que va camino de ejecutar en un callejón oscuro lo poco bueno de vanguardia que ha tenido Castilla y León. Si esto fuera Cataluña, Madrid o Euskadi, pues no pasaría nada, otro invento sustituiría al viejo. Pero nada de eso: pueden ser vacas flacas, pero viendo un poco por encima lo que se avecina en la programación, simplemente decir que vamos derechos a una reducción tan brutal en la cantidad como en ciertos contenidos.

Como un cuerpo mutilado. Un periodista cercano, al saber que el Festival de las Artes, Fàycl (es decir, fácil de guillotinar), había reducido sus días a sólo 8 (del 3 al 11 de marzo), la mitad que en 2009, simplemente dijo eso de “ay, que nos quedamos sin festival”. Para los que no sean de Salamanca no les supondrá nada. Para los que nos lean habitualmente, habrán oído hablar de esta cita que pasa, pasaba mejor dicho, por ser la mayor del año en cuanto a espectáculos y artes escénicas y musicales. Pero eso era antes, mucho antes de que Calixto Bieito llegara como salvador que no va a ser tal, de que la excusa de la crisis fuera el silenciador de un arma que va camino de ejecutar en un callejón oscuro lo poco bueno de vanguardia que ha tenido Castilla y León. Si esto fuera Cataluña, Madrid o Euskadi, pues no pasaría nada, otro invento sustituiría al viejo. Pero nada de eso: pueden ser vacas flacas, pero viendo un poco por encima lo que se avecina en la programación, simplemente decir que vamos derechos a una reducción tan brutal en la cantidad como en ciertos contenidos.

El hecho de que Calixto Bieito casi rogara que se mantuviera “la isla de libertad y cultura” que es el festival dice mucho; y que la consejera de Cultura, incapaz de hablar ante los medios si no es leyendo un texto (ahí la dejamos botando…), dice mucho de que esta edición va a sonar a patíbulo por mucho que el poder autonómico lo venda como si fuera algo grande. La gente no es tonta, y la industria cultural menos todavía: el tajo es tan grande que podría ser el paso previo al cadalso. Además, aumenta la oferta de música (bien por Bieito y sus obsesiones, bien planteadas, son muy útiles) y el teatro, principal bastión de este invento de 2005, que empezó siendo casi un mes y ahora queda en ocho días, se diluye lentamente. El tiempo dirá, y lo que se consiga en esos ocho días de junio también, más allá de cifras infladas. 

sábado, 19 de marzo de 2011

Todos somos fenicios, en la Academia también


No, no están borrachos, el logo de la Academia de Cine español está del revés porque es como debería estar. Sólo en España y en alguna que otra monarquía bananera (o ladrillera, por ajustarnos) puede convertirse una institución que debería repartir ocio, espectáculo, arte e ilusiones en un chiste con patas. Si no había suficiente con todo el follón de la Ley Sinde, allá que va un académico involucrado en el pirateo de películas todavía sin estrenar

Siempre hemos dicho lo mismo respecto a este tema: las copias colgadas en internet y luego usadas para generar descargas salen de las productoras, igual que los discos de música. Alguien de dentro les roba los originales para venderlos de tapadillo. En lugar de criminalizar al usuario, que busquen al académico, ejecutivo o pinche de cocina del estudio que roba los originales para venderlos al mercado negro. Manda narices que maten al pobre pajarillo que come alpiste mientras el halcón sigue subido en el tejado partido de risa. Por supuesto que el usuario es culpable de querer las cosas gratis y sin pagar, culpable de no tener educación de mercado, pero ¿esperaban otra cosa de los españoles, un país acostumbrado a la picaresca, a sobrevivir, a ser más fenicios que el rey de Tiro y de Cartago?

La cuestión es que ya no pueden pasar más cosas... bueno, Bigas Luna, el director de cine con el síndrome del destete temprano más acusado de los últimos años, quiere ser presidente de la Academia. A correr todos. Y mientras tanto, siguen sin darse cuenta de algo muy simple, y que les ha demostrado 'Torrente 4': la gente quiere ver otro tipo de cine, que no sea todo más de lo mismo. Buena parte del desprestigio del cine español viene de su incapacidad para conectar con las masas, algo que hace muy bien otro tipo de visión como la americana, incluso la francesa o la británica. Aquí siguen con el cliché metido desde las escuelas de cine y teatro hasta las administraciones, de que todo debe ser realista, humano, común, de la calle... Ni una sola de las grandes obras que han marcado nuestra cultura, o incluso otras, son historias normales de gente normal. No se trata de ser tan zafios como Santiago Segura, pero sí de encontrar historias que rompan lo cotidiano, que ofrezcan algo más que un espejo de la vida real. Y lo lamentamos por todos aquellos que caminan por esa senda: ese tiempo ya pasó, y cada intento por perpetuar esas formas sólo echan más tierra sobre el cofre del muerto. 

jueves, 17 de marzo de 2011

VII Congreso Negro


Un año más, la literatura busca su sitio, y mucho más de género. Recientemente ha circulado entre nosotros 'El pecado de Mamá Bayou', de Guerrero Casasola, serie negra descarnada y mexicana, en una megalópolis donde la violencia, los prejuicios y la fractura social, la inhumanidad de las masas, se cierne sobre todo el texto. Buen libro, descarnado, aunque con un derrotismo que creemos es más herramienta de denuncia social del escritor que un carácter más del escritor mismo. La cuestión es que dentro de poco, como avisamos en El Corso, llegará el VII Congreso de Novela y Cine Negro

Con el cartel ya publicado por la compañía Sr. Maslow. En los próximos días se hará público el programa, aunque la crisis económica, cierto pasotismo de los potenciales patrocinadores y, especialmente, su consideración de curso universitario, reduce buena parte de su capacidad para atraer público. Eso sí, la calidad del Congreso Negro, con Álex Martín Escribá, Javier Sánchez Zapatero y Antonio Marcos, está más que asegurada. Son como un grupito de espartanos en las Termópilas, pero con ganas de ser atenienses y no tener que elegir entre volver bajo o sobre el escudo. La literatura amplía horizontes, ya no es carne de librería perdida, es un espectáculo de masas más al que se le debería prestar algo más de atención. 

 

domingo, 13 de marzo de 2011

De Japón a Soderbergh

Todavía no se sabe cómo logrará superar su particular 11-S, pero Japón es un país capaz de sobrellevarlo todo. Sigue todavía sin pagar por sus desmanes en el Pacífico en los años 30 y 40 del pasado siglo, pero es, de largo, la nación más eficiente, mejor organizada y tecnificada del mundo. Las peores pesadillas apocalípticas del anime se hacen realidad con una fuerza propia de una guerra nuclear. Culturalmente sólo conocemos tres o cuatro cosas: manga, anime, bushido, Akira Kurosawa y poco más. Pero son miles de años de historia puestas en marcha. Sólo de pensar lo que podría haber sucedido de ser en otro país... la India, por ejemplo... quizás hablaríamos de millones de muertos. Sirva como ejemplo la bandera imperial, ese sol naciente lleno de rayos que eran brazos coloniales.

Y todo esto mientras Steve Soderberg dice que se larga: ya lo hizo una vez y al volver arrasó. Quiere dedicarse a la pintura y la fotografía: bien por él, vivirá mucho mejor, pero Hollywood perderá una de las pocas voces competentes. Para todo lo demás, las productoras. Soderbergh ha manifestado en una entrevista con la revista '360' las razones de su retirada: "Cuando uno siente que meterse en la furgoneta para rodar es un calvario, es el momento de dejar sitio a alguien nuevo que sienta ilusión por la furgoneta". Pues nada.

viernes, 11 de marzo de 2011

Juanas de Arco

Mal vamos por el mundo cuando hacen falta Días Internacionales para rememorar algo. Nos fijamos en el Thyssen-Bornemisza, muy dado a ser el más mercantilista de todas las grandes pinacotecas de la Milla del Arte de Madrid. Las coge al vuelo el legado del barón y su recalcitrante nueva dueña, que prorroga un año más y avisa de que igual al que sigue se va con la colección a otra parte. Va de culo la baronesa Tita si piensa que Cultura y el Estado van a dejarle llevarse esa máquina de hacer dinero; algo harán para evitarlo.

Por el camino está la condición de la mujer en el arte, que ha pasado de mero objeto activo (en las mitologías paganas, que no dejaban de ser también machistas) al de circunstancia pasiva (en el cristianismo y el resto de religiones monoteístas). Una pena que la religión haya influido tanto en el arte, y viceversa, aunque no deberíamos confundir poder con instrumento. Sólo a partir del siglo XIX empezó la mujer a ser un sujeto y no un objeto, y ese despertar nos ha beneficiado a todos. No soportamos que haya un Día de la Mujer porque su existencia es una muestra de nuestro fracaso como sociedad: si está ahí es porque todavía no hay igualdad. No somos proclives a las minorías reforzadas o a una paridad por la que se cuelan tantas estúpidas como estúpidos. Para nuestra desgracia las mujeres no son mejores que los hombres, son igual de humanas, demasiado humanas. No por haber más Juana de Arco vamos a ser mejores, nos tememos. Ojalá fuera así y los machos no fueran más que una manada de cavernícolas. Pero va a ser que no.

En el arte ocurre lo mismo: demasiados autores fálicos convirtieron a sus compañeras en otra parte más de sus composiciones, y sólo a costa de muchos dolores el siglo XX logró ver a mujeres creando. Bienvenida sea hasta la última artista, que haya convergencia y no divergencia, y que finalmente no haya que organizar exposiciones temáticas femeninas. Eso supondría que somos mejores. 

lunes, 7 de marzo de 2011

Número de marzo de El Corso


Saludos a todos: ha llegado el número 14, el de marzo, de El Corso. Este número es especial: entre los colaboradores, Darío Tobes, que traza la crónica de lo que fue la pasada edición de ARCO Madrid; también una nueva entrevista, al escritor y ensayista Fernando Iwasaki; la crónica del resultado de los Goya de este año, de los más polémicos. En Letras abordamos la actualidad del género negro en España, mientras que en Ciencia echamos un capote a esos cerebros que huyen porque en la piel de toro no es posible ser científico.
Y una gran novedad: nuestro primer concurso de microrrelatos en 300 palabras. No lo dudéis, presentaos y ganaréis cinco libros tan difíciles de encontrar que son un gran regalo en sí mismos. 

viernes, 4 de marzo de 2011

Si la Iglesia hubiera sido copernicana

Hoy hace 395 años que el catolicismo empezó a echar el freno de la Historia, o mejor dicho, inició el camino sin retorno de quedarse fuera de ella. Hace 395 años, y habrá que prepararse para la vendetta racionalista dentro de cinco, que Roma condenó el libro de Copérnico en el que estaban compiladas sus teorías astronómicas, primer paso fundamental para iniciar la Revolución Científica, los pilares sobre los que construyeron Galileo, Newton, Kepler, Tycho Brahe, Huygens, Descartes o Francis Bacon la nueva civilización que hoy nos estructura. 

Fue la primera de muchas prohibiciones, censuras, reprimendas fuera de tiempo y sentido que lentamente, como el batir de las olas contra la costa, pulieron y destrozaron su imagen frente a la sociedad. De dueña y señora de la concepción del mundo a, ya en muchos casos, estorbo al progreso de la civilización. Aferrarse a dogmas siempre será de perdedores, salvo cuando se trata de aquel que es irrenunciable, el nacido del derecho natural, la libertad. Pero, quién sabe. Siempre hemos pensado qué hubiera ocurrido si, en lugar de hacer lo de siempre (reprimir), algún tipo inteligente del Vaticano hubiera dicho eso de “esperad un momento, que se me ocurre algo mejor…”. 

Si la Iglesia Católica hubiera sido más lista, si hubiera sido más flexible con sus propios dogmas de Fe (que cambió a su antojo durante la época romana y entonces no parecían ser inamovibles), entonces podría haberse convertido en protectora de las ciencias. Podrían haber protegido a Copérnico de otros fanáticos, y luego patrocinado a Galileo, habrían podido invitar a Roma a investigar a Newton, y más adelante, con la fama ya forjada, durante el siglo XVIII habrían sido el amparo de la segunda tanda de genios con Lavoisier a la cabeza. Luego, en la Revolución Industrial, podrían haber también tenido algo más de miras, abrir sus brazos y decir eso de “proletarios del mundo, uníos, pero conmigo”. En realidad muchas de las críticas a la religión eran parte de los tópicos de la derecha burguesa europea, así que se podrían haber mitigado a favor de un teísmo mucho más cristiano, con un Dios católico piadoso y arquitecto del mundo a un tiempo. 

A fin de cuentas, fue la Iglesia la que promovió muchas universidades y la que inició los cambios filosóficos para poder dar origen luego a la ciencia y el humanismo. Figuras como Guillermo de Ockham o Santo Tomás no habrían sido posibles sin la mano izquierda vaticana. Pero todo tiene su lugar, su tiempo, su momento, y ahora, 395 años después, es casi imposible borrar tantas hogueras, tantas represiones, la Inquisición, las purgas… no importa cuánto amor social puedan dar, están marcados para siempre para la civilización. Una pena.