Este pasado fin de semana la Bauhaus, la gran sede cultural que fusionó arquitectura, diseño y construcción en un todo funcional que sentó las bases para las artes plásticas del siglo XX. Al menos medio centro de Berlín está construido a partir de sus preceptos, lo que le ha valido a esta tremenda ciudad del siglo XXI su condición de patrimonio mundial por parte de la Unesco. Vamos a decirlo literalmente: Gropius, Klee y Kandinsky (el primero fundador, los otros dos, socios) diseñaron el siglo XX, sus formas rectas, transparentes, metálicas, cristalinas, pesadas por el hormigón, funcionales, donde el arte ya no tenía delirios sino que se ponía al servicio de la limpieza de formas y la funcionalidad del usuario. Con ellos hacer un edificio no era construir una tumba de piedra llena de esculturas, sino un hogar, una fábrica o un edificio administrativo. Además de poner la arquitectura y el trabajo decorativo al servicio de la gente, intentaban también cambiar y formar a la gente. También buscaron reformar las enseñanzas artísticas para alejarlas de la pura artesanía y también del academicismo castrante de las facultades de Bellas Artes. Querían cambiar el mundo con edificios, con sus ideas. Walter Gropius era socialista, y en 1919 creó en Weimar esta forma “activa” de transformación social. La primera fase (1919-1923) fue idealista y romántica, la segunda (1923-1925) mucho más racionalista y en la tercera (1925-1929) alcanzó su mayor reconocimiento, coincidiendo con su traslado de Weimar a Dessau. En 1930, bajo la dirección de Mies van der Rohe, se trasladó a Berlín donde cambió por completo la orientación de su programa de enseñanza. Porque sí, también enseñaban, y con su magisterio cambiaron todo a partir de 1950, una vez el mundo empezó a recuperarse de la tormenta de sangre que en 1933 mandó al exilio a toda la Escuela de la Bauhaus.
jueves, 16 de abril de 2009
Cien años de la Bauhaus - Nada en Salamanca
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