jueves, 2 de abril de 2009

Nuestros nuevos dioses - Homero despierta...

Ya es definitivo. El hecho de que la Fox haya gastado millones en hacer ‘Lobezno’, el spin off de ‘X-Men’ sobre el mejor de todos sus personajes, es una demostración de que definitivamente el paganismo ha vuelto, pero en su versión homérica. Vivimos tiempos de enhorabuena para gente como los que nutren este blog, porque por fin el corazón mismo de Occidente, la tradición homérica, resucita. Nietzsche dijo que Dios había muerto, sustituido por el espíritu del superhombre, y luego Dios susurró aquello de que Nietzsche había muerto: lo hizo en su funeral, mientras le abría la puerta del Cielo para hacerle ver la luz en lugar de castigarlo. Es posible que algo parecido a Dios existe, pero también puede que no. En el fondo da igual, porque como dijo Woody Allen: “No sé si hay vida más allá de la muerte. Si la hay lo descubriré después de palmarla, y si no, no me enteraré, así que…”. Que nadie se tome a broma el hecho de que desde los años 70 para acá el cine, la literatura y los medios se hayan llenado de pequeños dioses o héroes mitológicos, porque el paganismo ha vuelto, y los nuevos Aquiles, Ulises, Jasón, Ajax, Patrolclo o Agamenón se llaman Darth Vader, Batman, Ignatius Reilly, Hellboy, Arno Neuendorf… 

Nombres que cambian pero donde el fondo es el mismo una y otra vez: un alma atormentada, un héroe, un mito que sobrepasa la condición del ser humano de muchas formas y con un talento especial único que le hace ser guía del resto de la masa. Son los nuevos Mesías del poscristianismo. Nuevos dioses, pero humanos a la vez. El cristianismo se repliega, el Islam se hunde en el fanatismo, las religiones menores son carne de nacionalismo, Confucio resucita en versión materialista, el budismo se estanca y nadie parece ya creerse lo de que hombrecillos verdes bajarán a iluminarnos. Occidente, y más concretamente Europa, están en pleno proceso de introspección, y al hacerlo está resucitando la mitología que la empujó a comerse el mundo. Qué contradicción: en la India se tapan incluso la boca para no comerse los insectos sin querer y aquí alabamos a un tipo agresivo y sociópata con garras de acero. Decididamente Keznaburo tenía razón: “De todas las civilizaciones de la tierra, sólo Occidente lleva al diablo en la sangre”. 


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