sábado, 4 de abril de 2009

Por qué amamos la música (y renegamos de los Beatles) - Parte 2


Basta escuchar los diez primeros segundos de 'Satisfaction' de los Rolling Stones para saber qué nos gusta; el sonido de la guitarra de Page con Led Zeppelin en la parte final e 'Stairway to Heaven', o de 'Whole lotta love'; los gritos de The Who mientras reventaban los años 60 y metían a Inglaterra en los 70; cualquier canción de los Stones; The Clash y 'London calling' o 'Should I stay o go now'; la fuerza de Lenny Kravitz o Prince cuando tocan la guitarra; o directamente ese bardo repelente en lo humano y sublime en los artístico que es Bob Dylan, al que cuanto más se escucha más ganas se tiene de robarle el alma para hacer algo parecido. Aquí se escucha todo eso, pero también a The Pogues, a The Oyster Band, o Capercaille, o The Chieftains (todos padres e hijos bastardos del renacer folk), pero también a The Killers, Rage Against The Machine, de vez en cuando a AC/DC, el increíble y muchas veces ignorado Jimmy Hendrix, capaz de coger una canción de Dylan y mejorarla ('All along the Watchtower'). O The White Stripes, o mezclándolo todo: Queen, U2, algunas de Metallica, de ZZ Top (los días en que nos gustaría tener una Harley en el garaje, aunque no sepamos conducir), Deep Purple, Rammstein (más de lo que nos gustaría, por cierto...) o The Doors, que para más de uno descubrirles fue como ver una ventana desde la que se veía esa pradera que sólo ven algunos.

PD: y además, también, con la misma pasión, nos taladran los oídos Beethoven, Brahms, Tchaikovsky, Vivaldi, Mozart, Liszt, Offenbach, Palestrina, Bruch, Sibelius o Berlioz. Así que fíjense si no tendremos razones para no escuchar a The Beatles. Eso o en una vida anteior fuimos la batuta de Von Karajan o la guitarra de Jimmy Page (juas juas).

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