Definitivamente Fernando Savater es uno de los que más jugo le sacan a la vida. Tanto como para amoldarse a la perfección a todo lo que viene en forma de charla, literatura o pregunta indiscreta. Eso sí, mantiene ese aire de intelectual colgado de sí mismo que puede llamar a error. Fue el encargado de darle lustre al primer día del V Congreso de Novela y Cine Negro en Salamanca, con la Filmoteca de Castilla y León como sede superada y quizás algo avejentada. Suponemos que es la moqueta del suelo y las paredes. ¿Por qué en los años 70 y 80 le dio a todo el mundo a enmoquetar las paredes, es que nadie se da cuenta del calor que da? Fernando Savater es más que un filósofo con ínfulas de novelista. Que haya escrito una novela negra no sirve ni de excusa para que ayer fuera el encargado de abrir brecha. El eje central de lo que habló es sencillo: las barreras entre la novela policíaca de toda la vida y el thriller o novela negra se han difuminado. Cargó educadamente contra los tópicos de toda la vida que ya cansan (detective pobre pero honrado, policía retirado con problemas familiares, la sobreabundancia de asesinos en serie, la maldad intrínseca de los ricos…). Y una creencia, que “la ficción es algo más lúdico” que una cadena sin fin de demostraciones de pesimismo sociológico. “El criminal al por menor ha desaparecido, porque todos los asesinos son ya en serie. Que una señora ponga arsénico en el té de su amiga para robarle el bolso ya no es un crimen, es casi una picardía”. Buena frase. Aparte de eso, tampoco fue para encargar fuegos artificiales. Fue una charla discreta, de 40 minutos contados y con apenas cuatro preguntas que para colmo versaron sobre lo mismo. Es decir, que tampoco se esforzó mucho el hombre de la barba lapona. Esperábamos algo más de tan ínclito personaje. Pero vamos, otra vez será. O no.
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