Vamos a cabrear al personal, que nos lo pide el cuerpo, a hablar de la peor de todas las ideologías conocidas, la que se encuentra detrás de monstruos como el nazismo o el franquismo, pero también de las comunidades cerradas a lo que venga de fuera y que convierten en un infierno vivir en determinados lugares.
El primer ejemplo es la final de la Copa del Rey entre dos equipos parasitados por el nacionalismo de pequeñas boinas pensantes, el Athletic de Bilbao y el FC Barcelona. Ambos representan, para sus seguidores vascos y catalanes, la esencia de la patria perdida. En el primer caso es obvio, porque sólo se puede jugar en él si se ha nacido en el País Vasco o directamente se lleva sangre y cara de Induráin por la vida. En el segundo caso más parece la ONU con sabor a butifarra que otra cosa. Quizás el Barça sea más universal, pero sigue obedeciendo a los tics victimistas y desgarradores de las dos sociedades más ricas de España. El nacionalismo vasco y catalán se diferencian en el modelo: el primero es germánico, de sangre, lo que les conduce a un racismo encubierto; el segundo es ideológico y cultural, al estilo francés, pero no deja de ser igual de perverso. Hablan otras lenguas y por nuestra parte nada objetamos, pero atacan a la cuarta lengua más hablada del mundo, dejando a sus hijos a la intemperie cultural y educativa de no ser capaces de hablar en castellano. Allá ellos, más oportunidades para los demás.
Nuestro pasotismo nace de la confianza en que el españolismo es igual de estúpido que el vasquismo y el catalanismo, tres "ismos" que reniegan de la Razón en aras de una patria que o bien no existió nunca y fue inventada (como Euskadi) o que se benefició más que nadie de España y su imperio y que no ha parado de llorar para mamar más de la teta (Cataluña). Cuando las aficiones silbaron el himno demostraron que el tabú de la bandera y la marcha real existe, razón por la cual no deberían jugar competiciones nacionales. Pero la pela es la pela, y si siguen dentro de España es porque nadie en Europa les reconocería (la UE prohibió tal situación so pena de romper la unidad) y porque fuera del paraguas español hace mucho frío. Los vascos y catalanes seguirán chupando del abultado pecho nacional al mismo ritmo con el que patalearán y llorarán su mala suerte de ser ricos a veces a costa de los demás. Porque lo del miércoles por la noche iba de muchas cosas, el fútbol era secundario. Así de simple. Tanta tontería le costó el puesto a un directivo de TVE (por censor) y la vida a un culé que se tiró de un puente (por gilipollas). Otras dos víctimas más para la cuenta nacional. ¿Dónde quedó, Dios mío, el estado ilustrado que crearon en 1776 y 1789 los padres de la democracia...?
PD: en breve, la Feria del Libro en Salamanca.
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