No vamos a decir nada de la muerte de Mario Benedetti. Por dos razones: porque tendríamos que hacer algo muy largo y porque la poesía es un arte que se nos escapa como el agua entre los dedos. Nadie es perfecto, y la poética no es nuestro fuerte. Por otro lado, nos parece más interesante desempolvar el látigo de siete colas y empezar a hacer ejercicios de muñeca por la que se avecina, nada menos que el V Festival de las Artes en Salamanca, más conocido por aquí por “Cómo malgastar millones de euros en caprichos mal gestionados y peor organizados”. Un vistazo a las 80 y tantas páginas de programación reflejan, de golpe, tres cosas: primero, que les han dado un sablazo en el presupuesto y han decidido tirar de cantera salmantina, la misma de la que pasaron hasta que les faltó la pasta; segundo, que la música electrónica se ha comido todo y ya no deja lugar para nada que se salga de ese binomio vanguardia-bytes que se ha cargado buena parte de la música; y tercero, que la política de comunicación es pésima, tiraniza a los medios locales, no es clara ni fluida, parece improvisación o de un maquiavelismo tenebroso, y directamente miente a la hora de dar cifras. No verán este tipo de críticas en otros medios, eso se lo aseguramos, porque la Santa Madre Publicidad manda más que un general de división encabronado. De lo visto y prometido sólo merecen la pena dos cosas, por ahora: la irrupción de Calixto Bieito el 6 de junio con ‘Don Carlos, un ensayo abierto’ y los conciertos “en pequeños espacios” de la Red Música Café, entre el Irish Rover y El Corrillo, que a fuerza de fichar extravagancias y meterlos en espacios pequeños tienen que llenar y vibrar por narices. No aprenden, es que no aprenden… Cinco años y siguen sin darse cuenta de ciertas cosas. O aquí somos unos genios (jajaja, pues va a ser que no) o ellos son muy tontos (todo es posible).
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