viernes, 29 de mayo de 2009

Festivaleando con un Martini en la mano

Guy Martini tiene algo que no deja de fascinarnos. Su rostro enjuto, la melena totalmente blanca, las cejas pobladas de un negro sospechoso, la voz profunda, la ropa oscura, las botas camperas…, la forma de andar, como si acabara de salir de alguna calle de Marsella en busca del tipo que le ha robado la cartera. Es un hombre con una capacidad de confundir al personal fuera de toda duda: cuando mira no sabes, como decía una periodista, si te seduce o te odia. Cada año parece hablar peor el castellano y tiene fama de cultivar las ojeras mañaneras a medida que se consumen días de Festival. Pero sobre todo siempre parece desubicado de Salamanca, y mucho más con la prensa local alrededor. Es como un pulpo gigante en un garaje de El Corte Inglés. Los medios aquí tienen mucha retranca, muchos intereses creados, demasiado servilismo y ganas de soltar mala baba contra alguien. Y si es de fuera, mejor. En este blog nos metimos mucho con él, pero nuestras críticas eran justificadas: sin pedagogía no hay vanguardia, tiene usted que tirar de los universitarios para triunfar y de alguna manera, aligerar de peso superfluo la programación del Festival de las Artes. No nos hacen caso, pero eso no significa que Martini no merezca el beneficio de la duda, un respeto y ciertas dosis de ironía. Es algo injusto usarle de diana humana cuando él ha sido el que ha luchado para evitar que se cargaran este año a Domingo Sánchez Blanco, o que SPS pudiera tirar para delante con sus propuestas.Y más cuando intentó irse y "no le dejaron". Le juzgaremos a él y al Festival que dirige al final de estos 16 días. Eso sí, como la vuelvan a pifiar, y tienen muchas papeletas viendo la programación, desempolvaremos el látigo de siete colas con punta de acero afilado, porque con el dinero público no se juega, señores.  


No hay comentarios: