domingo, 3 de mayo de 2009

El dolor del bromista

Una gran parte de nuestros valores los aprendimos de la repetida visión atenta a la saga de ‘El Padrino’, especialmente las dos primeras películas. Son un manual de supervivencia en el mundo, una demostración de que los valores son la piedra angular del ser humano, y que su defensa no debe conocer límites. Una de las frases más míticas es esa de “Jamás permitas que tus enemigos sepan lo que estás pensando”, a la que se une “Que la ira no te confunda, simplemente trágala y espera pacientemente”. Otra: “Nunca odies a tus enemigos, no te permite juzgarles”. Todo este verbo siciliano viene a cuento por la Hecatombe Blanca de ayer. No vamos a decir ni nombres, ni juramentos, ni vendettas que no van a ningún lado. La ira es mala consejera, la venganza lo es peor todavía. Un buen amigo, hombre sabio donde los haya y que cada día sorprende más, sentenció: “Hoy me alegro yo, mañana los demás, y así sucesivamente hasta el final de nuestras vidas. Nada importa”. Cuánta razón, OCP. Nos inclinamos ante ti, maestro: dejemos pues que la rueda de la fatalidad deportiva siga rodando una y otra vez sin que por eso se resienta la serenidad y el equilibrio (y dicho esto, y como somos profundamente humanos y por tanto imperfectos, nos vamos a ver de nuevo ‘El Padrino’, para aprender a esperar agazapados en una esquina sin luz de farolas practicando vudú… nnnggg!!!).  

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