sábado, 31 de julio de 2010

Del cultureta al Hamburgo de Nossack

Dos temas por el precio de uno. Primero, la RAE sigue siendo fiel a si misma (“Limpia, fija y da esplendor”) para lo bueno y para lo malo. Mantiene cierta coherencia del español y, más allá de romperse como hace el inglés, mantiene la unidad a partir de sus relaciones con el resto de academias de Latinoamérica. Pero también para lo malo: ha tardado lo que no está en los escritos en aceptar palabras usadas ya como norma popular y social como “rojillo”, “cultureta”, “antiespañol” y la ozoriana “muslamen”, la cual muchos no han oído si no es en boca de José Luis López Vázquez y su “aaaale-maaa-nas”. Ya huele esto de tardar tanto, que no se sabe si es por dejadez, porque es complicado poner de acuerdo a tanto académico o si es que tienen algún tipo de prejuicio. Una cosa es la pureza y otra la resistencia numantina a que avance una lengua que, como todas, es propiedad exclusiva de los hablantes, no de los lingüistas.

Segundo tema, o mejor dicho, “continúa la obsesión” por la SGM (Segunda Guerra Mundial). Acaba de publicarse ‘El hundimiento’, novela del alemán Hans Erich Nossack (1901-1977) sobre el primer bombardeo urbano masivo de la Historia. No, no fue el de Guernica, un simulacro nazi sobre los bombardeos que luego haría sobre Stalingrado, Leningrado y Jarkov. Fue le primer programa de destrucción urbana civil deliberado por parte de un ejército, y fue en Hamburgo en julio de 1943, pocos meses antes de que Stalingrado fuera la tumba del VI Ejército de von Paulus. En la novela se describen a la perfección, como testigo que fue Nossack, del horror, de las tormentas de fuego en forma de tornado que absorbían a los viandantes, del uso indiscriminado de las bombas de fósforo que derretían incluso las cubiertas de plomo y acero de las fábricas y refugios, de cómo no había suficientes refugios para la población civil… también es una denuncia de esa campaña de bombardeo estratégico que buscaba infundir terror y desmoralizar al Reich. Pero ni una cosa ni otra, sólo muertos y ataques de ira de Hitler, que desde ese año empezó a degenerar hacia la nulidad completa. 

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