viernes, 9 de julio de 2010

La eternidad de lo mundano

Lo más difícil del mundo es convertir lo vulgar en algo eterno, aunque más de un autor comenta que en realidad lo complicado es vulgarizar el arte. Tirando todos de un lado o de otro, apareció Sol Martínez, argentina afincada en Salamanca (por trabajo, por vida, por muchos motivos…) que ha conseguido el efecto contrario: eternizar la vulgaridad de la vida cotidiana. 

Su truco se puede ver en una de las salas del DA2, donde en mesas y repisas el espectador puede ver ropa, utensilios, pastillas y todo tipo de objetos cotidianos convertidos en blanca eternidad por la cerámica. Incluso se han colocado las esculturas de yeso con la ropa, perfectamente doblada y colocada, conjuntada por temporadas. La serie es tan mundana como increíble: camisetas de cuatro tipos diferentes, bragas, sujetadores, bolsos a juego, calcetines, zapatos… la ropa de cada día, expuesta como obra de arte. Todo esto nos retrotrae al famoso wc de los dadaístas, pero no deja de ser siniestro el efecto de la obra de Sol Martínez. Esa eternidad desnuda de contenido humano los objetos, los hace lejanos, fríos, mortecinos, inhumanos a fin de cuentas. Y entonces puede sentir el que mira un escalofrío de muerte en la espina dorsal. Efecto conseguido, si se trataba de arrancarle el alma a los objetos. Otro efecto no aparece en la piel del que observa. Muy bien logrado. No estaría de más verlo en directo para comprobarlo. 


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