Hay algo enfermizo de veras en la dinámica del dinero rápido y en el balance de pagos de una empresa. Más todavía cuando es pública. Y si es un medio de comunicación, todavía peor. No se respeta la edad, ni el cargo, ni el talento. Es mejor echar a la calle a un consagrado periodista especializado y sustituirlo por algún jovencito que cobre sólo un tercio de su sueldo (o de su poder, que también se echa a la gente por excesivo poder) y que no tenga ni idea. La experiencia es un grado, pero no tanto como para salvar el alma. Lo que pasa es que cuando algo es bueno siempre se intenta que se eternice o pueda crecer hasta ser maestro. Diego Manrique (senior), que no Diego Darío (junior), acaba de experimentar en sus carnes eso de la “jubilación forzosa”. Dijo adiós a 18 años en Radio 3 y de paso se han cargado el programa ‘El Ambigú’, muy seguido por gente de toda edad y condición a la que le gustaba la música. Manrique era, manda narices, director adjunto de Radio 3. Ergo, ni por tener cargo eres intocable.
Para más inri desde 2008 Manrique sólo cobraba la cantidad irrisoria de 500 euros por el trabajo, y luego empezaron los latigazos de una empresa y unos jefes que no han parado de dar bandazos y que el diario ‘El País’ resumió en un artículo donde Diego Manrique dijo: "Había una cláusula donde se exigía que siguiera haciendo el programa por una cantidad simbólica, 500 euros al mes. El 22 de julio Benigno Moreno me cesó y, automáticamente, me quedé a la intemperie. Recibí varias ofertas sin pies ni cabeza: de negarse a pagar la liquidación y el finiquito pasaron a plantearme que dejara el programa durante cinco semanas, para que así perdiera la antigüedad. Para la próxima temporada me ofrecieron un contrato casi de mileurista, con condiciones sonrojantes, como que estaba dos meses a prueba y me podían despedir en cualquier momento. Lo más fuerte es que me trataban como a un tonto".
Moraleja: no importa que la empresa sea pública, privada o mixta, todos los que mandan, ante la necesidad de nuevas ideas, siempre optan por el hijoputismo. Manda el dinero, manda la necesidad de no seguir perdiéndolo, sin darse cuenta de que el talento siempre es la mejor inversión a medio y largo plazo. Anda y que les fo....
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