viernes, 31 de octubre de 2008

Sara Baras, el jazz y Halloween


Son cosas que pasan. La misma noche de Halloween, en la que medio mundo finge ser yankee por unas horas y divertirse sin mirar a quién o a dónde, Sara Baras pasó como una locomotora por Salamanca, con su espectáculo 'Sabores', justo al mismo tiempo en el que Marc Copland, genial músico de jazz, le dio bien fuerte a las 88 teclas de marfil y sucedáneo en el Auditorio Fonseca. Flamenco y jazz, dos géneros tan únicos y contundentes como minoritarios, porque ya dijimos que la cultura de hoy se forja a partir de gustos y estilos minoritarios que gozan de una buena salud de hierro: porque cuando un gusto es mayoritario se hace blando, soso, pierde originalidad y fuerza porque se estandariza y ya no deja nada a la improvisación. Exactamente igual que Halloween, genial cuando era la fiesta de los muertos y los demonios de los irlandeses, cuando era una fiesta típicamente americana que sólo tenía sentido entre los millones de emigrantes ingleses e irlandeses de las ciudades de la Costa Este de EEUU. Pero al final, es lo de siempre: se puede morir de éxito. El jazz y el flamenco, como son de potentes minorías, sobrevivirán a todo. Por cierto, genial ambos, Sara y Marc, cada uno a lo suyo y con filigranas. 

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