jueves, 16 de octubre de 2008
La vergüenza del Premio Planeta
Una vez más. Un año más. Otra ocasión perdida para premiar el talento nuevo, el talento consagrado (y así aumentarlo) o directamente para forjar un pequeño mito premiando una buena novela. Nada, el Premio Planeta ha vuelto a demostrar que es uno de los mayores tongos conocidos, un galardón que se hace por encargo. Ya lo dejó escapar el fallecido Terenci Moix en privado: "me llamaron y me dijeron que si lo escribía igual me daban uno de los dos, ganador o finalista". Así funcionan muchas cosas en el mundo editorial, que cada día se parece más al de las discográficas (el burdel más grande del mundo). Este año se lo han dado a un filósofo (Fernando Savater) que no dejará demasiada huella, por cierto, (porque una cosa es que la gente lea sus libros y otra que la historia de la filosofía le tenga en cuenta para algo, lo dice un filósofo). Y el finalista, a una de las mayores memeces con capacidad de habla que se hayan parido en España, Ángela Vallvey, una poetisa de medio pelo multipremiada por contactos, escorada hacia la derecha por motivos pecuniarios (ella misma lo reconoció en una entrevista) y que como tertuliana en Cuatro ha demostrado que ni se informa, ni deja hablar a los demás (va de falacia en falacia) y para colmo es incapaz de seguir un hilo argumental cuando habla. Al final tanto pasteleo mata la imaginación, las ganas y los sueños de mucha gente. La humildad cura de espanto, pero a veces no es suficiente. ¿Cuántos grandísimos escritores han quedado olvidados a pesar de ser puro talento, o cuántos son muy superiores al resto por capacidad, imaginación y argumentación pero quedan fuera porque Savater y Vallvey son más mediáticos? Pues eso: vergogna, vergüenza, shame...
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