martes, 14 de octubre de 2008
Rumore, rumore...
Rumore, rumore... pequeñas verdades contadas al oído que no pueden ver la luz en los medios de comunicación porque el código deontológico lo prohibe. Es el mismo código que la mayor parte se salta a la torera cuando le interesa, el mismo que la profesión utiliza para limpiarle el culo al perro cuando la línea editorial implica mentir y difundir falsedades o verdades a medias y sin contrastar. Lo que para unos es un rumor para otros es un arma arrojadiza. Un fotógrafo salmantino contó a Corso Expresso que en determinado festival de fotografía en vigor en la ciudad "algo huele a podrido", como en la Dinamarca de Hamlet. No es que Salamanca sea un país nórdico (ah, viviríamos mejor, seríamos más civilizados y desde luego más altos), pero algunas cosas no cuajan: páginas web que no se actualizan, catálogos que llegan tarde y mal, fatal coordinación entre galeristas, autores y comisarios, cierta sensación de improvisación en todo, fotógrafos cuay obra es expuesta y ellos no lo saben... Justo el tipo de cosas que hacen que una buena idea termine por los suelos, aunque como ya dijimos en su momento tenga esa comunicación global que tanto necesita Salamanca. Pero claro, son rumores sin contrastar que nadie puede difundir así porque así; es lo malo de Corso Expreso, que tiene principios. Y eso por hablar de ese festival, porque sabemos otro sobre una cacareada orquesta de cámara que ha dejado de existir silenciosamente, a la siciliana. Claro, como es de un banco...
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