No es el Tacheles berlinés, que ya nos gustaría a todos en Corso Expresso, porque entonces la vida salmantina sería mucho mejor y gratificante, pero puede ser el principio de otro tipo de experiencias a más largo plazo. Una empresa panadera local, antes de poner en marcha su nueva fábrica, la cedió a una veintena de artistas de la generación que vivió su infancia en los 70 o principios de los 80, con una nueva forma de ver la vida y el arte. Durante unas 8 horas cada cámara frigorífica, sala, pasillo, almacén o muelle de carga se convirtieron en museos para exponer pintura, escultura, audiovisuales o hacer performance. Es tan original para lo que es Salamanca que todos se preguntaron lo mismo: ¿y la próxima de estas, dónde? Pues de momento en ningún lado, pero el colectivo responsable de la idea, Pan And Eros, liderado por Paloma Pájaro (pintora salmantina, en la imagen), ya está en busca y captura de mecenas, colaboradores y el ansia de que algún polígono industrial de Salamanca se parezca, aunque sólo sea en el forro, al Mitte berlinés. Pero como bien decía José Ángel Sanz en su opinión del pasado sábado 1 de noviembre, "esto no es una carrera de 100 metros lisos, sino de 10.000", y eso referido a la cultura, así que vamos a ver si el caos interesante del sábado noche se puede convertir en el caos organizado creativo del Tacheles. Recemos a los dioses.
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