El periodismo está lleno de zonas muy oscuras, esas que cuando entras se te nubla la vista y terminas haciendo justo lo que no debías hacer, lo que durante años pontificaste que no harías nunca. Otra cosa es que te ofrezcan la manzana y la muerdas como una Eva despendolada cualquiera (aunque probablemente fuera Adán el primero en morder y luego le echó la culpa a la otra). Salamanca no escapa a la tentación de aprovecharse del trabajo ajeno. Cuando uno es pequeño y quiere crecer se asoma al borde del abismo de la inmoralidad, y puede ccaer en la opción fácil, del camino fácil. Una de las vías es fusilar el trabajo del compañero. Igual que los músicos o los escritores, también los periodistas plagian. El primer paso para llegar a la gloria es ser consciente de los límites propios, y encontrar las virtudes y explotarlas al máximo. Pero cuando alguien plagia a los compañeros para tener un torrente propio y hacer una línea recta hacia la gloria, o utiliza los recursos ajenos que son de todos en su beneficio, entonces es cuando apesta a azufre y descubre que acaba de vender su alma. Pobres diablos los que caen en esa tentación, porque pierden toda legitimidad para decirle luego nada a nadie. Os han pillado "con el carrito del helado", que diría un castizo. Ya todo el mundo sabe lo que hacen, pero vamos ser mucho más elegantes que vosotros y no daremos los nombres. Sólo que sepáis que nosotros somos pacíficos, pero que otros ya han llamado a sus abogados... como en las novelas de Grisham, hahaha.
lunes, 8 de septiembre de 2008
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