miércoles, 24 de septiembre de 2008

¡Más neuronas y menos hormonas! (la lengua se usa para hablar, no para insultar)

Hace no demasiado tiempo, el pasado 6 de septiembre (bajo el título 'Bye, bye, torito'), hicimos una tolerante reflexión sobre el destino incierto de la fiesta de los toros en España. En ningún momento se pidió su prohibición o directamente su abolición vía legal o decreto estatal directo. Simplemente dijimos que era cuestión de tiempo que desaparecieran, en parte porque la sociedad (en general) le ha perdido el truco y el gusto al ritual, pero también porque cada vez hay menos aficionados jóvenes, y la próxima generación de seguidores de la fiesta no será suficiente para sostener económicamente todo el tinglado. 

Aparte de alguna crítica de una seguidora racional y consecuente, que demostró elegancia como pocas personas la suelen tener últimamente, lo que hemos detectado es un ataque directo, pero muy cobarde, porque en lugar de dejar comentarios al tema en el blog, los amantes del cuerno han preferido despotricar y llamar ignorantes a quienes en realidad son infinitamente más tolerantes que ellos (y cultos, dicho sea de paso, que alguno ya estudiaba a Aristóteles con 15 años cuando los otros todavía se sacaban los mocos). ¿Así es como se demuestra esa supuesta cultura y tolerancia de la que presumen, insultando y gritando para no dejar hablar al otro, o peor, profanando la tumba de un torero? No vamos a rebajarnos al nivel de barbarie de taurinos y antitaurinos, simplemente recordaremos que el tiempo juega a favor de la razón y terminarán por extinguirse como el Dodo de las islas Mauricio, mucho más si se empeñan en hacer pasar por elegancia cultural el acto de torturar a un animal que sólo cuenta con su fuerza bruta para defenderse. Y encima recurren a Lorca y Picasso para tapar la peste a sangre que queda. Infame. Roma tenía los gladiadores; España los toros. A fin de cuentas, es lo mismo. Si no, al tiempo. 

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