lunes, 1 de septiembre de 2008

De la diferencia entre Amaral y Beethoven


La mezcla de música y periodismo normalmente ha dado a luz a grandes críticos que han terminado sepultados por su ego, su supuesto conocimiento y las filias-fobias personales. Hay un abismo entre los críticos de música clásica y jazz frente a los del resto de estilos, especialmente el pop, ese género bastardo y afeminado del rock que gracias a cinco niñatos de Liverpool se ha convertido en la vara de medir toda la música. Sólo así se puede explicar la infame ñoñería que se expande como un tumor por todos lados. Nosotros también tenemos filias y fobias, como es evidente, y cuando vemos arrinconadas las críticas de clásica o de jazz en los medios nos salen cuernos y rabo con punta de diamante, nos ponemos de ese rojo infierno tan bonito y pensamos que el mundo es injusto al poner al mismo nivel un concierto de Amaral que el de la Sinfónica de Berlín o el Festival de Jazz de Donosti. Es para meter el cañón en la boca y disparar. Las web de los principales medios abren blogs con todo lujo técnico para jóvenes luminarias del periodismo musical que la mitad de las veces son incapaces de reconocer musicalmente nada que sea anterior a 1950. Enanos subidos a hombros de gigantes, pero que no son capaces de aprovechar la oportunidad. Amaral, más conocidos como "una de las últimas oportunidades de la industria del disco en España", llegan el 5 de septiembre al Multiusos Sánchez Paraíso de Salamanca (22.00 horas), y ya están todos con el ventilador puesto a ver si venden mucho, poco o nada. Presentan un disco y se enteran hasta los esquimales. Es triste, pero es lo que hay, y no parece que vaya a cambiar. En cierta ocasión un músico renegado y hastiado de todo nos dijo dónde estaba la grandeza y la diferencia: "Porter y Beethoven pueden hacer llorar a hombres como montañas con su talento, los Beatles hacen llorar a adolescentes demasiado hormonadas". Sobran más comentarios. 

1 comentario:

José Ángel Sanz dijo...

Cultura de masas, lo llaman. Gracias a ella tenemos a Orejas y a Cantos del Loco hasta en la sopa, y gracias a ella, e vez en cuando, aunque sea de rebote, descubrimos que Dizzy Gillespie no es un nuevo icono del hip-hop.

Abrazo