sábado, 6 de septiembre de 2008

Bye bye, torito


Hasta ahora no habíamos tocado uno de esos temas delicados, tan típicos y que sólo sirven para demostrar que España sigue a años luz de lo que podríamos llamar "civilización espejo", esa que sirve de ejemplo a seguir para las demás. Aquí siempre se ha llevado a gala la diferencia, como si por tener tradiciones antagónicas con el resto del mundo se fuera mejor. Los ingleses tiran un queso de bola a rodar por una colina y luego se tiran detrás para cogerlo: es una tradición muy antigua, pero eso no significa que sea buena. En España son los toros, la tauromaquia, esa amalgama de mitos y tradiciones mediterráneas centradas en el antiguo culto pagano a los auruch, a los toros salvajes de la Antigüedad. 

Hay muchas razones para criticar la fiesta de los toros, desde la crueldad malsana a su nulo valor artístico. No importa qué narices hagan: sinceramente no vemos el arte o el talento por ningún lado. Y como no somos parte objetiva no vamos a pedir que los eliminen, porque de eso se encargará el tiempo y las próximas dos generaciones. En realidad lo de José Tomás no es más que el canto del cisne de una tradición tan cargada de elementos negativos que terminará ahogándose en su propia idiosincrasia, incapaz de evolucionar en lo más mínimo, porque las tradiciones conservadas sin cambios o modulaciones son artificiales y terminan cayéndose por sí mismas ante el Tiempo. Al final quedarán los San Fermines (ya se encargará el Estado de conservarlos para mantener el turismo). Cada generación es más europea y americana que la anterior, y llegará un día en el que, como en las iglesias, la mayor parte de las gradas (perdón, tendidos) se llenen de canas y figuras orondas. Entonces se habrá acabado todo. Habrá jovencitos, sí, pero no suficientes para mantener viva la tauromaquia. 

Y las razones para mantenerlo también. ¿Que el toro bravo puede desaparecer? Pues como pueden hacerlo los osos polares, los tigres de Bengala o el rinoceronte blanco. ¿Que los toros dan dinero y no provocan violencia entre aficionados como el fútbol? Eso tampoco importa: los deportes ya lo ocupan todo y no dejan sitio para nada más. ¿Que son la fiesta nacional por definición y además el simbolismo puro de la cultura española? Menos todavía: España es mucho más que tipos con trajes ajustados matando un toro, es Cervantes, Quevedo, Gargallo, Tapies, el Cid, Javier Marías, Falla, Goytisolo, Calatrava, El Prado... Nada importa. La tauromaquia es una tradición más que terminará por desaparecer lánguidamente, igual que muchas otras, de idéntica forma que los viejos ritos, las costumbres o las religiones: despacio pero sin pausa, sin hacer ruido, hasta que le resulte ridículo a todos salvo para una minoría nostálgica. Así que tranquilidad, porque vivimos en la Edad del Fútbol, para lo bueno y para lo malo. 

1 comentario:

José Ángel Sanz dijo...

Olé, ¡Javier Marías a la altura de Cervantes! Pues no te has despachado ni nada...

Comparto tu opinión sobre el tiempo que le queda a la, por muchas razones, mal llamada 'Fiesta Nacional'. Dudo mucho que sobreviva más allá de un círculo cada vez más pequeño.

Abrazo