No falla: llega la Navidad y la cultura huye como un mamífero de la época final de los dinosaurios, cuando nuestros antepasados biológicos eran poco menos que pequeños ratoncitos nocturnos. Salamanca es un ejemplo de cómo la religión entendida como costumbre social y el infantilismo cortan de raíz cualquier otra propuesta: pasacalles, musicales inspirados en personajes de Disney, teatro de marionetas, mucha coral polifónica y mucha bobada y luego nada de nada. Sólo hay una cosa para destacar: 'Las mujeres de Puccini', el 27 de diciembre, una selecta recogida de las mejores arias inventadas por este compositor italiano de carácter demasiado italiano y que compuso entre el XIX y el XX, justo cuando la ópera empezaba a verle las fauces al lobo en cuestiones sinfónicas, antes de que la música cogiera un camino que dejara el lirismo convertido en hobby de la burguesía más rancia. Con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Puccini, en este recital se reúnen las arias de todas las óperas del compositor en un concierto interpretado por tres de las más importantes sopranos de este repertorio. Cojan sitio, en el CAEM ese día a las 21.00 horas. Si no van ustedes, entonces tendrán que arrastrar a sus críos a ver los pasacalles, el viejo arte medieval de los bufones y acróbatas convertido en estupidez máxima sólo apta para niños de menos de dos años que todavía no tengan consola.
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