martes, 23 de diciembre de 2008

Coldplay y los poemas visuales que encuentran sonido


Dijo en cierta ocasión Gervaise de la Rochelle, cuando se sintió tranquilo una vez concluyó el Armagedón europeo de los años 40, que sólo hay una cosa mejor que encontrar la perfección, "y es ser capaz de presentirla y conocerla con las tripas y luego, un día cualquiera, encontrarla materializada". En parte, el adiestramiento y conocimiento cultural no es un nirvana al que se llegue, una especie de estación final: es, como la virtud, un ejercicio continuo y diario. Por eso, cuando descubrimos fielmente materializados nuestros sueños creativos tenemos doble placer: 1. el hecho mismo de haber hallado la música, el cuadro o el libro que llevamos años desando escuchar, ver o leer, que colma todas las aspiraciones, y 2. saber que nuestra intuición no estaba equivocada y que si ponemos un consultorio con velas negras nos forramos. Así que mientras estábamos inmersos en la literatura no nos habíamos percatado de verdad de lo que era Coldplay: un grupo que quizás ya ha empezado su decadencia pero que ha dejado tras de sí un rastro en forma de pepitas de oro musicales que hasta hace bien poco habían pasado sin pena ni gloria por esta redacción. Sí, vale, alguna que otra canción, como 'Clocks', por ejemplo, o puede incluso que 'The scientist', pero no habíamos atisbado en el horizonte lingotes como 'Green eyes', 'Amsterdam', 'Talk', 'X & Y', 'Speed of sound', 'Lost', '42', 'Yes' o 'Violet hill'. 

Todas ellas han tenido la virtud de servir de banda sonora a mundos literarios que tenían imagen pero no sonido. Una vez unidas ambas dimensiones el resultado ha convertido a varios miembros del Equipo en zombis incapaces de salir del bucle, especialmente para quienes están detrás de Das Blauehause, que mendigaban las notas del poema visual que tenían en la cabeza (porque para algunos, pobres de ellos, no hay historia sin música, ni música sin imagen). Ya lo encontraron. Por supuesto esta declaración es insensible a las críticas, y para algo recordamos el viejo adagio de general romano Cassius, espada en mano: "Esto es lo que hay, y si no te gusta mejor te subes a esa colina y gritas, porque mis legiones y yo nos hemos quedado sordos". Traducción: guárdense las críticas, no serán admitidas. 

PD: les recomendamos vivamente alguna de las 36 variedades de chocolate en taza del Erasmus (la web está en la lista de asociados), concretamente la mezcla equilibrada de cacao sudamericano con café y virutas de caramelo. Como ven, nuestros tentáculos llegan muy lejos...

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