No se asuste por esto: "Vivir es sufrir, vivir es morir, vivir es caer mil veces y levantarse mil y una más, vivir es luchar, es sentir el dolor en las venas, en el estómago, el miedo erizar la piel y ser consciente de que tus errores son tumbas para los demás". Bonita frase, de lo más esperanzadora en tiempos poco dados al color verde y si al negro azabache. Son las palabras de uno relato perdido y recuperado de Rudiger van Tassel, uno de los que alimentó el mito del "aprendiz de brujo" que luego muchos otros recuperaron para construir la fábula del inconsciente que juega con poderes muy superiores por ambición, por soberbia, para luego perder el control y provocar un desastre. Un ejemplo es Walt Disney en su película 'Fantasía': Mickey jugó con fuego y se quemó. Por cierto, hay una obra clásica del mismo nombre de Dukas, la recomendamos. Es una fábula común a todas las culturas, y que en la Biblia queda sellada por el latigazo hebreo: "El orgullo precede a la caída". La frase de Van Tassel la pronuncia el auténtico Brujo que le recomienda a su aprendiz no subestimar los males de la vida, ni los poderes ocultos que controlan nuestras voluntades, y por supuesto para denunciar a la masa de aprendices de brujo que ocultan a los verdaderos arcanos.
En Salamanca, que dijera alguien cercano, "hay mucho aprendiz de brujo y muy poco brujo". O como dijo Eco en cierta ocasión de chanza con un periodista: "veo muchos hobbits y muy pocos Gandalf". O lo que es lo mismo: muchas buenas intenciones pero pocas columnas sólidas que aguanten el tiempo. Si se unieran esfuerzos para hacer cosas más grandes, universales, que no quedaran al arbitrio de las filias y las fobias del poder público y de los poderes privados, entonces habría en esta ciudad tan dada a las perlas negras una Casa Asia, un Museo Nacional de Salamanca, los tesoros del Cabildo Catedralicio estarían a la luz, la sede del Instituto Cervantes estaría en Salamanca y existiría la Casa de Europa en la ciudad: nos afanamos en conocer más Japón que a nuestros primos alemanes, húngaros, polacos, franceses o portugueses. En fin, probemos a sacar otro conejo de la chistera, ese truco siempre funciona...
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