domingo, 7 de diciembre de 2008

La ideología muerta


¡Arde Grecia! Y todo porque un policía perdió los nervios y le pegó un tiro a un joven anarquista. Otro mártir más para la causa de una izquierda perdida que no da el tono, que ha diluido su mensaje. Todo esto no hace sino profundizar en el hecho consecuente, resolutivo y trascendente de que el ideario de la Revolución Francesa, de la Revolución Americana, y del socialismo no combativo ha triunfado. El ser humano ha quedado reducido a la mera unidad productiva, con vidas ancladas al trabajo. Un consejo: si algún hijo suyo quiere ser periodista agarre usted el objeto metálico más contundente posible y atícele en la cabeza hasta que cambie de idea. Después se lo agradecerá, se lo aseguramos. Nuestras existencias convertidas en una sucesión de días de trabajo de jornadas inabarcables, de estrés y presión que cuando llegan los días libres se convierte en desgana, depresión y molicie. Jamás habíamos tenido tanto ocio al alcance de la mano, y tampoco tantas pocas ganas de consumir los potenciales. El hombre ha perdido la medida del tiempo, y al hacerlo ha convertido su vida en una sucesión de días encadenados a una vida perpetuamente similar y costumbrista. La izquierda cumplió su cometido (el mensaje de 1789), y cuando tuvo oportunidad de hacer algo más (en 1917) terminó tan corrompida y desviada que malgastó siglos de energías y esfuerzos. Así que éste es el siglo XXI: una derecha que se avergüenza y no es capaz de dar ideas nuevas, una izquierda autodestructiva y desestructurada, sin ideología, y alrededor los bárbaros ajenos a la democracia golpeando la puerta para entrar. Nietzsche dijo que Dios había muerto; nosotros decimos que las ideologías han muerto. Para el caso, es lo mismo.

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