Hoy vamos a hablar de frases célebres. Por ejemplo la del último premio Nobel de literatura (Le Clézio): "La literatura no cambia el mundo pero es imprescindible". Perogrullo debió de ser su asesor en Suecia. Bromas aparte, esa es la frase que usan todos los que saben que hacen castillos en el aire sin finalidad útil a corto y medio plazo pero que todos necesitamos. Existe, a nuestro parecer, una diferencia entre las "artes funcionales" y las "artes ilusorias". Las primeras eran, hasta hace bien poco, la arquitectura, la pintura y la escultura. Lo eran porque tenían una función decorativa, de comunicación al servicio del poder. Babilonia, Persia, Asiria, Grecia o Roma no hubieran sido lo mismo sin la combinación de esas tres artes. De hecho, les conocemos a muchos por el rastro de su arte más que por documentos. Y decimos hasta hace poco porque la pintura se ha perdido a sí misma en una vanguardia que es un callejón sin salida, mientras que la escultura deambula solitaria como un leproso en busca de aposento, mientras que la arquitectura se olvida una y otra vez de su funcionalidad práctica. Vamos, que estamos que lo tiramos. Así que la civilización ha vuelto a las artes ilusorias, aquellas que dan placer al individuo sin más objetivo que eso: la música, la literatura, el baile... Sus productos son de consumo rápido y suelen dejar un buen recuerdo. Pues claro que la literatura no sirve para nada que no sea contar historias, y sin embargo los autores son más recordados que cualquier otro artista... Qué raro.
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