Hoy es el Día Mundial del Teatro. Es el arte del ave fénix, una mentira tan gorda como las que cuentan los actores y autores sobre las tablas. El teatro está eternamente en crisis desde que aquí tenemos uso de razón, y sin embargo mantiene los escenarios abiertos, estrena y repite una y otra vez obra, llenan como mínimo el 60% de las localidades y no paran de salir dramaturgos y grupos de teatro amateur. ¿Qué diablos tienen las máscaras griegas para que la gente no pare de ir, de pagar entrada, los actores de subirse a las tablas y todo el mundo de repetir una y otra vez eso de “el teatro está en crisis…”? Son esas cosas incomprensibles, uno de esos enigmas que no se solucionan ni pensando ni sintiendo. Básicamente, es una incongruencia, como el acto mismo de pagar por leer algo. Es estúpido, pero lo hacemos, y encontramos un extraño placer intelectual y emocional, un chispazo que anula el reduccionismo mercantilista que le niega a la cultura valor intrínseco. Lo tiene, pero es tan intangible e incalculable que ni el capitalismo puede conquistarlo. Olé. Mientras Salamanca se desangra en la escena con una ínfima celebración, en Madrid harán 170 representaciones en apenas 24 horas. Genial, fabuloso, ¡¡viva el exceso y la lujuria literaria!!
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