Hablando de tonterías: ahora resulta que el ‘Cantar del Mío Cid’ lo escribió un árabe. Vamos, como si importara algo. Su valor ya está hecho: puso los cimientos del castellano. Quién lo hiciera es tan insípido como saber el nombre, vida y milagros, del tipo que inventó la tarta de queso con arándanos. Vale, es una curiosidad, pero millones de personas ya usan el castellano, y sospechamos que al mundo islámico le trae un poco sin cuidado quién lo hiciera. De hecho, bien mirado, les resultaría a los musulmanes escandaloso que un tipo que les conquistó Valencia y les dio una y otra vez donde más duele acabara inmortalizado por uno de los suyos. Vale que tenía buena reputación como mercenario al servicio de los árabes, y también que tuviera mano izquierda con los vecinos del sur, pero de ahí a glosarle para la posteridad de los enemigos cristianos de siempre… En fin. Esto es como cuando dicen que Shakespeare era gay (¿y qué?), que Cervantes se lo copió todo a un magrebí (para el caso, por algún lado debía salir esa joya de ‘El Quijote’) o que Homero no existió y es un mito que aglutina siglos de tradición oral. Esto último…, vamos, ¿qué narices importa si todos nos derretimos con la ‘Odisea’? Al final incluso dirán que Gervaise de la Rochelle era un mito inventado por los intelectuales de la Resistencia francesa en Inglaterra…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario