miércoles, 19 de noviembre de 2008

José Bono I el Católico


Corso Expresso tiene muchas virtudes. La prudencia intenta ser una de ellas, pero cuesta, y mucho. Especialmente cuando José Bono se empeña en ser el repelente niño Vicente del Congreso, cuando es incapaz de entender que la religión es un aspecto del ámbito privado: la famosa placa a la monja con nombre de superheroína de cómic de los años 50 no tiene perdón divino, ni humano. Si Bono quiere ser presidente lo lleva bastante mal, o se deja aconsejar mal o directamente es medio lelo. Deberían hacer cambio de cromos con el PP: Bono a la derecha y Gallardón a la izquierda, aquí y paz y después gloria. Si se es socialista, ¿en qué cabeza cabe poner una placa de una represaliada de la Iglesia junto a la sufragista Campoamor y los Reyes de España. Dicen que en el PP están igual de contrariados: un diputado de los suyos, del Opus Dei, les metió en este lío sin que ninguno de los jefes se enterase, pero que han tenido que hacer de tripas corazón y tirar para delante, para no dar más cancha a la Cope y compañía. Dicen que Rajoy está que trina con el meapilas del PP, y que Zapatero se frota las manos echando basura sobre su enemigo número uno para la candidatura en 2012. Ni hecho a posta vamos. El laicismo por los suelos, Bono con esa cara de bobo que parece imitar a su guiñol, la portavoz del PP que es incapaz de hablar si no es marcando el ritmo de los tercios de Melilla y el grupo socialista en el Congreso en plan Agustina de Aragón. En fin. Esto, con la República, no pasaría. 

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