viernes, 7 de noviembre de 2008

Pedimos disculpas - Elogio del sentido común


Sí, la anterior entrada ya no está y la hemos sustituido, porque el ataque de ira de un miembro de esta nuestra redacción no debería enturbiar la paz y la línea que tenemos. La rabia terminar por pasar, y más de uno lleva demasiadas horas leyendo a Sun Tzu y el Tao como para dejarse llevar por las emociones irracionales. Así que en lugar de ira vamos a dejar caer un par de hojas de este otoño que se llevó a una gran profesional que demuestra, lentamente, que la tenacidad, el trabajo y el sentido común son las tres llaves que abren muchas puertas. Pocos tendrían las agallas de dejarlo todo cuando lo dominan para empezar de nuevo, y muchos menos de sentarse a la diestra del César y comprobar lo cerca que se está del abismo. Ella es la demostración de que la inteligencia no conoce de géneros, edades, lugares de procedencia o educación. De la Rochelle solía decir que "la superioridad de una persona no está tanto en su inteligencia potencial como en su capacidad para afrontar retos y superarlos con decisión". O lo que es lo mismo, que donde no llega el talento llega el trabajo y la claridad de ideas, aunque a ella no le falta ni de lo primero ni de lo segundo. Quién sabe si algún día pueda integrarse en algo aún más grande. Entre tanto, la esperaremos. 

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