Como en los episodios de Los Simpson, el argumento central suele derivar de alguna historia inicial totalmente espúrea y superficial, banal, casi irreal. Es un truco de los guionistas que se usa masivamente en el mundo anglosajón, especialmente en Estados Unidos (más experiencia televisiva y de cine), y que aquí han obviado quizás porque se piensan que somos idiotas. Ángel Corella es uno de esos recursos iniciales que hacen de vía al meollo. Corella estuvo en Salamanca para recibir un homenaje y la típica medallita institucional, una forma de apuntarse tantos que no van a ningún lado. Previamente, Corso Expresso y varios asociados pudieron ver perfectamente cómo el mamoneo sigue siendo el motor vital de mucha gente. Lo malo de los periodistas es que cuando están a solas cerca del poder, cuando no les oyen, son terriblemente sinceros: mejor no reproducir lo que se dice de los mismos a los que van a pelotear y babear luego para conseguir algo. Es un espectáculo infame el del mamoneo: corrompe la integridad y deja el oficio a la altura de una cucaracha de alcantarilla. Pero lo cierto es que existe, y cuánto más pequeña es la ciudad, más todavía. Y si es con el poder público, infinitamente más.
Hubo que asediar a Corella para poder sacarle algo, eso después de que los fieles esbirros del reyezuelo de taifa de turno hicieran de pantalla. Corella es un eslabón más de una cadena que sólo unos pocos ven con cierta lucidez. "La cultura es la única entrada directa de dinero y sangre para Salamanca", dijo uno de los esbirros, en un momento de increible sabiduría que puede que tenga que enterrar entre tanto cortesano posfranquista que no podrían ser lo que son sino en sitios como Salamanca. Un millón de veces lo diremos, y otras tantas nos mandarán a la hoguera, pero esto tiene que cambiar para que todo el potencial de la ciudad no se derive en un parque temático para americanos y japoneses. En lugar de tanto boato por una simple representación del ballet de Ángel Corella, ¿por qué no han creado un ciclo para él y que venga cada invierno, por ejemplo? "No aprenden estos necios", que dijo Roman De la Rochelle (padre de Gervaise) cuando tuvo que salir a escape con Maupassant del París asediado por los prusianos...
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