Un viaje relámpago en compañía de un agudo observador ha permitido a un miembro de Corso Expresso entender lo que ha ocurrido en el Museo del Prado: remozado, ampliado, con nuevas disposiciones en sus salas, con nueva infraestructura, más moderno, con una tienda abierta, una gran cafetería, un auditorio y un aire estilo Louvre que le hará todavía más potente. Una de las cuatro pinacotecas del mundo, una joya inigualable que el acompañante de nuestro equipo supo diseccionar en dos frases: "Hay que fijarse en que la entrada está junto a la tienda y la cafetería, te obligan a pasar por aquí más tarde o más temprano". "En la tienda te venden de todo, cosas que no tendrían cabida en un museo, como camisetas y utensilios de la vida diaria, pero todo con el sello Prado; y la gente pica, y lo hace porque venden una imagen de marca cultural que da prestigio intelectual al que lo lleva y así no necesita ser inteligente, sólo aparentarlo". Sobran los comentarios, pero nos alegramos de que El Prado sea un referente, a ver si aquí (en la ribera del Tormes, queremos decir) dejan de tirar la pasta como lo hacen y se ponen las pilas con el futuro Museo Nacional de Salamanca (nombre que hemos propuesto después de un largo proceso de eliminación de las ideas estúpidas). Aunque claro, los sueños, sueños son, por gratis que sean...
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