jueves, 11 de junio de 2009

Perra vida mercenaria


Un periodista como la copa de un pino canadiense, cuyo nombre (famoso) vamos a obviar por su bien, le dijo hace años a un grupo de becarios una de esas grandes verdades que no se cuentan en las Universidades ni en público: "Guardad lealtad sólo a vuestro nombre, a vuestra firma. Somos condottieri que sirven a diferentes señores feudales, y sólo por dinero. Por encima de todo está nuestra independencia y libertad moral. Vuestro nombre es el único tesoro que tenéis, así que todo lo demás, desde las empresas a las personas, son circunstancias susceptibles de ser manipuladas o utilizadas a vuestro servicio". Los becarios, asustados, se palparon la ropa para ver si estaban soñando o no. Diez segundos después el periodista hablaba tranquilamente con sus compañeros sobre la lealtad a la empresa mientras, de reojo, nos miraba y sonreía torvamente al tiempo que enseñaba el colmillo. Actualmente es adjunto a dirección de una cabecera nacional de gran peso, y todavía hoy la anécdota es recordada de vez en cuando. Si supieran quién es, queridos seguidores, parpadearían sin creérselo. 

La cuestión es que la sentencia es cada día que pasa más inteligente y acertada, porque cuando todo va bien somos amigos y nos damos la mano sin censuras, pero cuando vienen mal dadas el compañerismo se resquebraja por pura necesidad de supervivencia o interés. Quizás por eso determinadas actitudes egoístas del biotipo periodístico 'Garrapata' sean tan execrables: en Salamanca hay una forma de vida omnívora que ha dejado con el culo al aire a jefes y compañeros, pero en lugar de ser una buena mercenaria y largarse con los maravedíes en la saca se queda y sigue jodiendo al resto. Moraleja: nada en esta vida es gratuito y se hace sin razón y sin consecuencias, cada acto tiene una reacción negativa acorde con el pecado cometido. "Pedradas" incluidas. 

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