lunes, 22 de junio de 2009

Flotats, Descartes y Pascal

El miércoles y el jueves visita Salamanca uno de los niños bonitos de Cataluña, uno de esos rebeldes con causa (estilo Boadella) que desde su catalanismo militante, personal e intransferible, fue capaz de poner de los nervios a Pujol, el pequeño gran hombre que soñaba con ser un Churchill de tiempos de paz y terminó convertido en eficaz gestor de la supuesta superioridad levantina. Flotats, que parece excesivo hasta para ir al baño, consiguió que los mismos que le encargaron que fundara y diera alas al Teatre Nacional de Catalunya (TNC) le despidieran a los pocos días de que echara a andar. Una de sus frases fue “A mí me da igual, ellos sabrán lo que hacen. Yo seguiré a lo mío”. Con esa solvencia y ganas de seguir amando el teatro, que le da la sangre y la vida, aterriza en el Caja Duero a las 20.30 horas con ‘El encuentro entre Descartes y Pascal joven’, de Jean Claude Brisville, la cual nuevamente dirige e interpreta junto a Albert Triola (Pascal). 

El argumento es el cruce que se produjo entre ambos flósofos, el 24 de septiembre de 1647, en el que ambos genios se dan cuenta de que son antítesis vivas. Podríamos hablar largo y tendido del choque de trenes intelectual que debió ser ver en la misma habitación la esencia misma del racionalismo extremo (Descartes) con esa luminaria francesa que fue Pascal. Éste último unió en su vida las dos grandes contradicciones humanas: racionalismo total con su dedicación y aportaciones a las matemáticas y la física en su juventud y la total conversión hacia el misticismo cristiano en su madurez. Se opuso a la teoría cartesiana y al empirismo, los dos caballos de batalla de la Ciencia. Con esa ambivalencia juega un personaje histórico al que los conservadores se agarran como un clavo ardiendo (fue de los pocos genios que se pasaron a su lado) y al que los matemáticos elevaron al Olimpo por sus aportaciones. Es decir, buffet libre para todos. Y en medio, Flotats y su cartesiano personaje. 


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