jueves, 21 de agosto de 2008

Marasmo absoluto


Hay una frase mítica referida a Alejandro Magno, escrita por uno de sus cronistas. El macedonio fue uno de los primeros en usar "el efecto mediático" para la política y la guerra, porque durante toda su vida se hizo acompañar siempre de un escriba que glosara sus victorias y convirtiera las derrotas (pocas) en traiciones o cobardías ajenas. Esa frase, más o menos mutilada por los siglos, es "Y Alejandro subió a lo alto de la colina y miró al horizonte, y lloró porque ya no había más mundos por conquistar". Épica barata al margen (en Corso Expresso siempre hemos preferido a su padre, Filipo II, mucho más astuto y menos efebo que su hijo), este tipo de frases nos sirven para ganar un post en lo referente a Salamanca, una ciudad que en agosto se convierte en un páramo como hay pocos en la cuestión cultural. No se mueven ni las moscas, que diría el castizo. Subimos a la colina y lloramos porque no hay "nada que conquistar", al menos en cultura. No queremos ser moscas cojoneras (aunque lo somos), pero que sepamos ni en Madrid ni en Barcelona, ni en Bilbao ni en ninguna otra ciudad con aspiraciones de ser espejo, eje y guía de algo la cultura desaparece por completo y es sustituida por el barato teatro de calle para niños o el ciclo 'Vidas y ficciones', que desde el teatro de andar por casa sirve igual para un roto que para un descosido. 

Ahora que se ha marchado Paco Blanco y tienen la oportunidad de recuperar cierto pulso más vigoroso (porque no se puede ser más tradicional y apegado al terruño) deberían plantearse meter menos morralla en primavera y alargar la programación hasta julio y agosto con fuerza. No se puede ser guía o pequeña Roma sólo 9 meses al año, hay que ser mucho más. Y si no hay fondos, como dicen, igual recortando lo consiguen, porque les podemos asegurar que el turismo cultural bien enfocado da más dinero que levantar la enésima urbanización periférica que luego no se vende. Los romanos construyeron un imperio con ladrillos, pero para hacer viaductos, circos, foros, templos y teatros. Los españoles los usamos para hacer casas. Ahí está la diferencia. Ya lo hemos dicho muchas veces, y ningún caso nos harán, pero de vez en cuando hay que meter otra vez el dedo en el ojo, que igual esta vez funciona. 

No hay comentarios: