miércoles, 13 de agosto de 2008
Aviso a navegantes gongorianos
Sólo hay una cosa peor que creerse Góngora (y no llegar ni a gorgorito) y es hacer de policía dentro de una oficina. El periodismo ya es bastante duro mentalmente como para que encima un compañero se dedique a tocar la balalaika con ganas de ser lo que no es ni será nunca: jefe. Este post es solidario con mucha gente, con muchos plumillas que sobreviven y subsisten luchando contra el Principio de Peter, ese que dice que cuanto más arriba llegas en la jeraraquía más idiota eres. Así que ahora se ha puesto de moda ser cabeza de ratón en provincias y más de uno sueña con ser Augusto y se la está jugando porque es otro Marco Antonio. Si los interfectos leen esto tan sólo esperamos que puedan entender la analogía, porque candidatos a Agrippa hay muchos y desean llevarse el cadáver envarado del antonino a Roma.
Porque la verdadera cultura y conocimiento no se exhiben como un trofeo o una marca de superioridad: la verdadera cultura se destila poco a poco, en gotitas, día a día y dejando bien claro que es producto de años de esfuerzo. Usar un más que supuesto (y dudoso) talento para enseñorearse sobre los demás sólo conlleva una actitud nada sabia, es más bien producto de la ignorancia y la mediocridad. Porque si uno es bueno en algo se acaba viendo y es mucho más eterna la victoria trabajada: llega de maduro y es más aceptada por los demás que una promesa inconclusa que no termina de cuajar.
De mirlos blancos el vertedero está lleno. Dos ejemplos deportivos: Emil Zatopek, aquel escuálido corredor de fondo checo que parecía estar a punto de romperse cuando corría, al que todos superaban, pero que cuando llegaba el momento aceleraba y trituraba a los demás que sólo veían pasar a una locomotora humana; y la selección española de fútbol, que parecía estar a punto de irse al garete y a fuerza de trabajo e ilusión llegó a la final, mientras que la cacareada selección portuguesa la pifió en cuanto alguien le apretó las tuercas. Así que ojito a navegantes entendidos, porque más de uno espera con la guillotina en la plaza la mínima muestra de debilidad del fiscalizador tocapelotas (perdón por la palabra) para empezar a coleccionar cabezas. Y llegarán los momentos habida cuenta del ambiente guerrillero que se respira últimamente en Salamanca. Corso Expresso no acepta la violencia, así que nos quedamos con aquella frase del general Colin Powell: "Nunca empieces una guerra que sabes que no puedes ganar".
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