Éste es un extracto de 'La Casa Azul' (Das Blauehaus), de L.C., texto en gestación pero que ya ha absorbido el seso a más de uno. Es una simple gota de la lluvia que cae desde hace semanas, desde que parte de Corso Expresso pasara por Berlín y no pudiera evitar caer rendido a sus pies.
"En el Mitte, en pleno corazón berlinés, se levanta la puerta del afán y el deseo de Kavafis. Kalkscheunenstrasse 4-5, a la espalda del Friedrichstatpalast, entre el Tacheles y la antigua facultad Humboldt de filosofía, en el ventrículo izquierdo virtual de Kavafis, una gran K que desbordaba cada esquina de la fachada de la Blauehaus. El cielo de plata, la fachada de crema de líneas prácticas y sin ribetes, discreta hasta límites inconcebibles y perdida entre calles que se reforman para poder sobrevivir al cambio de Berlín. Sólo un detalle: la puerta de entrada, de doble hoja de madera, de un azul eléctrico perfecto. El pelo oscuro y corto de Kavafis, su máscara de hombre que servía para ocultar a una mujer que lloraba por dentro, a la que se le rompía el alma con cada esquina, con cada mechón rubio que pasaba cerca de ella y no podía conseguir. Llegó a la Casa Azul, la Blauehaus, como un lento lamento, deseando poder volver a verla, bajo la llovizna metálica de nubes de plomo. No hacían falta gritos, sólo su figura oscura recortada en la calle, los ojos clavados en la segunda ventana del tercer piso de un edificio anodino que encerraba el paraíso de Kavafis, del que había sido expulsada. Y cada poco, con cada respiración, recitaba en silencio la misma despedida: cierro los ojos y te veo, los abro y no puedo dejar de verte, mátame antes de que lo haga contigo. Kavafis rebelada contra el destino: yo no lo acato, yo lo forjo, igual que mis manos dibujaron tu silueta contra la ventana..."
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