viernes, 22 de agosto de 2008

Esa mancha verde de la foto...


Corren tiempos convulsos, de esos que no dejan levantar cabeza. Aparentemente el mundo parece desmoronarse, o cuando menos, cambia el marco en el que estábamos acostumbrados a vivir. Desde que Hegel escribiera 'Filosofía de la historia' sabemos que las naciones son como actores de un teatro, que salen a escena con un papel, principal o secundario, interpretan su rol y luego se convierten en parte del coro, discretamente. Algunos tienen suerte y pueden volver a salir, pero no es lo más común. Nos preguntamos hasta qué punto el monstruo chino es un actor o un coro segundón, pero parece ser que el dinero lo puede todo. "Poderoso caballero es don dinero" dijo el mejor escritor en español que haya habido nunca, Quevedo, y a fe que ese tipo de frases dan en el clavo en unos tiempos en los que el petróleo y su distribución valen más que cualquier otra cosa. Qué curioso que Georgia tenga el único oleoducto que lleva oro negro a Europa sin pasar por Rusia, ¿verdad? Igual es que el oso eslavo quiere meter en un puño a Europa y dominarla por la energía. No nos apetece un mundo donde la hipocresía y la crueldad china y rusa manden. EEUU está de capa caída, o cuando menos el imbécil congénito que los gobierna, así que esperamos como agua de mayo que alguien pueda devolver a Occidente a su lugar de espejo del mundo, no por soberbia, sino porque somos los únicos que tenemos mala conciencia de nuestros actos. Igual esa mancha verde de la foto empieza entonces a ser un actor de la historia y corrige los desmanes de nuevos ricos de las viejas tiranías orientales. Y que por fin los gobiernos, igual que los individuos, se escondan detrás de justificaciones bizantinas llenas de hipocresía moral. Es como cuando se oye a alguien decir que la fidelidad es un estado psicológico, que no es real. Si oyen eso, fijo que quien lo dice lleva o a puesto a otro cuernos, 100% asegurado. El mal de nuestro tiempo no es la violencia, es la total hipocresía moral, la falta de principios. Porque se puede ser retorcido, pero no un hipócrita.

PD: fíjense qué mal está el ambiente cultural que acabamos hablando de estrategia y deseos.

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