Recomendación de esta semana: ni una exposición, ni un cuadro, ni un libro. Un artículo: el de Juan Sardá en el último número de la revista ‘El Cultural’. Se titula ‘Revolución en las productoras’ y es lo que hemos intentado decir desde hace años: que los arcanos del gremio surgidos en los 60, 70 y 80 han taponado el desarrollo del cine español sin darse cuenta de que la sociedad ha cambiado, que el cine ha cambiado, y que el arte no es un tótem inamovible. Sardá les llama “vieja guardia social” y atisba que la nueva generación de productores, como Juan Romero, Emma Lustres o D. Matamoros llegan con el chip cambiado. Recogemos varias frases del texto, que en breve también estará en la web de ‘El Cultural’. Por ejemplo: “Tenemos otra cultura audiovisual. Nosotros vamos a la cultura por el entretenimiento” (Matamoros). “Vamos a hacer películas más de productor que de director. Y eso es bueno” (Lustres). Y epígrafes como “luchar por el público” o “riesgo en el mercado internacional” dicen mucho de lo que se esconde detrás del artículo, en el que también cargan contra la sopa boba de la administración estatal y las subvenciones, “luchan más por el primer cliente que por el segundo”, es decir, el público.
Básicamente, que una cosa es que el cine sea un arte (que lo es), y otra muy distinta que sea el rehén de un grupo que no ve más allá de los clichés del cine social afrancesado que era la vanguardia tiempo atrás y ahora está perdido para la causa. Igual que hoy un cuadro impresionista nos gusta pero no lo repetiríamos, ¿por qué seguir haciendo cine de autor que sólo gusta a ese autor y a cuatro más? Porque el cine también es un espectáculo, y un negocio que se basa en el rendimiento entre producción y público. Ahora sólo falta que la generación “Darth Vader” (la más loca de los 80) termine por pillar cacho en el nuevo sindicato del crimen artístico incrustado en el cine. Porque lo que no es de recibo es que un miembro de esa generación en EEUU, Seth Green, haya montado una franquicia de sí mismo en el cine y la televisión junto con Frank Black y compañía y sea más moderno y atrevido que el cine europeo, perdido entre Lars von Trier y Luc Besson. Dijo Deng Xiao Ping: “Hay que abrir las ventanas para que entre aire fresco, aunque también se cuelen las moscas”. Y por moscas entendemos las “torrentiadas” que dan dinero pero destruyen el arte. Nada es perfecto.
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