Vacas sagradas, concepto usado en exceso en España y que es aplicado a toda persona cuyo grado de maestría o de veteranía en un campo concreto, el que sea, le ha convertido en un mito viviente imposible de quitar de en medio para oxigenar la cosa. Ya lo dijo Deng Xiao Ping, “abrir las ventanas para que entre el aire, aunque también entren las moscas”. Hacen una nueva Gramática y en la RAE, una de esas torres de marfil, abren las ventanas para intentar adaptar una lengua al devenir del mundo, que no es otro que el cambio. Han disparado contra la vaca sagrada de la gramática. El “limpia, fija y da esplendor” debería sustituirse ya por el “adapta, flexibiliza y da sentido” que necesita un idioma que se extiende como una gran mancha por todo el planeta, les guste o no al resto de europeos. Es un idioma vivo que, afortunadamente, conserva ciertas dosis de sentido común de un extremo al otro, no como el inglés, que ha variado tanto que un tipo de Sydney a veces es incapaz de entender a otro de Belfast o de las afueras de Denver. En Bruselas hacen oídos sordos a la grandeza del español porque según ellos “sólo lo hablan 45 millones en el continente, menos que otras lenguas”. Cierto, pero lo que se habla en las calles de Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires, Bogotá, México, y ya en sitios como Manila o Rotterdam no es alemán, francés o italiano.
El español es una de las llamadas “Lenguas planetarias”, ese grupo de 15 idiomas que no paran de crecer en peso político, económico y cultural. La RAE hace bien, y más todavía al presentarlo en la Universidad de Salamanca, un bonito rincón medieval al que sólo le queda ya esa gloria, la de enseñar el español y adaptarse para que americanos, africanos, europeos y asiáticos vengan aquí a aprenderlo. Porque si la Usal dependiera del resto de glorias… bueno, mejor lo dejamos para otro día. Eso sí, la nueva Gramática no servirá para mucho para el 80% de la gente que habla español: no lo necesita, porque como bien muestra la visión pragmática de la Semiótica moderna, “la esencia de la lengua la da el uso”. Para todo lo demás está el esteta de Wittgenstein, que desde la lingüística terminó en el farragoso mundo de la teoría estética. Pero ésa es otra historia, para otro día…
No hay comentarios:
Publicar un comentario