Salvando las distancias lo que une a uno de los jarrones de Emil Gallé que expone Caja Duero (cuyo valor sobrepasa con creces el presupuesto del 90% de la población) con la botella alargada de Coca-Cola es el tiempo: dentro de un siglo esa botella de refrescos estará en el Moma en una vitrina con sensores y el jarrón enclaustrado en el Tesoro del Ministerio de Hacienda porque su valor se habrá multiplicado por dos cada año que hayan sobrevivido. Es lo mismo que le pasa a los huesos de los muertes, como Torrente Ballester, un buen escritor cargado de tics castellanos y gallegos que se pasó el último tercio de su vida en Salamanca sin que nadie le hiciera más caso del debido y que ahora todos se empeñan en glorificar dando un ejemplo más de la necrofilia cultural que vertebra España. Vale más un hueso muerto y recubierto de musgo que un ser humano vivo y creativo. Y mejor no recordamos lo de Marcos Ana. Habrá que esperar a que también él sirva de soporte biológico para el musgo... El tiempo, que lo da y lo quita todo como un dios pagano caprichoso.
miércoles, 28 de enero de 2009
Sobre los jarrones de la Casa Lis, la Coca-Cola y Torrente Ballester
Una de las constantes en la historia del arte es algo tan absurdo como el tiempo. Nos explicamos: lo que hace cien años era un objeto de decoración de alta calidad y precio exhorbitado hoy en día es una pieza de arte de la que se hacen catálogos y se meten en vitrinas con sensores de calor y movimiento para evitar su robo. Es lo que pasa con la exposición 'Artesanos del fuego' que ha montado la Casa Lis en la sala Caja Duero. Estará hasta el 25 de marzo y la recomendamos por dos razones: para ver qué compraba la burguesía europea cuando todavía era burguesa de verdad, y porque son jarrones, lámparas y figuras de vidrio coloreado que dan nuevo sentido al concepto "belleza plástica". Son más una obra de arte por el trabajo necesario del artesano que por su belleza intrínseca. Algo parecido ocurrió en 2008 cuando Bombay Sapphire trajo al DA2 los objetos de vanguardia y estilo de la posmodernidad escogidos, por cierto, por Mariscal (el de Cobi, para más señas). Entonces él puso para exposición unas zapatillas Nike, una Vespa y un Mac. También una botella de Coca-Cola de vidrio.
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1 comentario:
Bueno, me estreno. Un poco cabreada por una entrada pasada que hablada de blogs con florituras: mucho vídeo y pocas nueces.
Entreveo la crítica en tus líneas, pero de aquellos objetos de consumo burgués, sólo vemos en las películas pobres reproducciones. A mí me transportó a principios de siglo Lis y el Moma, en su espacio dedicado a Art Decó. Me acordaba de Miguel su Gran Gatsby y Suave es la noche.
Siempre he sido muy peliculera y la botella de CocaCola también me gusta. Icónica, no digas que no.
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