
El 2009 va a ser el año del despegue definitivo del cómic. Eso sí, lo hará con la celebración de varios de sus mitos más infantiles y arcanos. Agárrense: Popeye cumple 80 años, Li'l Abner (75), Terry y los piratas (otros 75), Mandrake (75 también). Pero eso no es nada comparado con los tres cuartos de siglo del pato Donald, los 70 de Batman y lo que a nosotros más nos interesa, el medio siglo largo del galo irreductible, Astérix. Porque todos eran rastros americanos entre los que sobresale el bigotudo y físicamente amorfo galo nacido de la mano de Goscinny y Uderzo (muerto éste último, toda la gloria es para el primero - y los millones) que creó escuela en Europa y convirtió el cómic en un producto cultural digno de ser consumido y alabado, más allá de su más antiguo contemporáneo Tintín, que ya es patrimonio universal y no sólo belga o francófono. Lo mejor del invento de los dos dibujantes franceses es que Astérix y Obélix era su sentido del humor: frente a la épica plana de Tintín estaban la socarronería, la acidez y, hasta cierto punto, la subversión de los dos galos, capaces de cachondearse del Imperio romano una y otra vez y dar una visión alternativa de la historia sagrada de Occidente.

1 comentario:
Tintín siempre me pareción un soso, por muchas aventuras que corriera. Yo no queria ser como él. Asterix y Obelix eran fuertes, amigables, divertidos y valientes. ¿Quién no querría ser como ellos?
Abrazo (y Feliz Año)
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