¿Saben cuáles son los dos ciclos de teatro más longevos de España? El de Mérida y el de Almagro. ¿Saben cuál es el nexo de unión entre ambos? Los textos clásicos. Son obras de teatro del Siglo de Oro español, de la edad dorada de Grecia y Roma. Son, precisamente, esas obras que todo el mundo halaba pero que nadie lee, no vaya a ser que algo de cultura con mayúsculas perturbe las aburguesadas vidas de tantos, sean o no burgueses. En Salamanca no hay ciclos de este tipo, y un reciente cruce de comentarios entre dos ciudadanos en un foro de internet nos ha hecho caer en la cuenta de que en esta ciudad tan generosa para el teatro sigue faltando un ciclo anual fijo que dé cancha a Quevedo, Lope de Vega, Aristófanes, Sófocles o el gran William Shakespeare. Estaría bien poder organizar un ciclo clásico. ¿Qué tal una semana, o diez días? Podría ser en cualquier época del año. Nosotros recomendamos otoño, quizás noviembre, porque la gente está ya metida en la vida diaria y vería bien un escape. Con un poco de suerte podríamos disfrutar del Teatro Liceo, del Teatro Caja Duero, incluso de la Hospedería Fonseca si hubiera alguna luminaria generosa. Y para el futuro, el Juan del Enzina, una vez quede restaurado. El lunes sería para Quevedo, el martes, para el bardo inglés, el miércoles, para Eurípides..., y así, diez días de clasicismo revisado. Además, así la derechona y la progresía cultural de esta ciudad, en plena competición para alcanzar las cotas más altas de estupidez, podrían aprender algo de escritores de verdad. Porque como todo subyace, más valdría pensar en cómo unos y otros malgastan dinero y energías, listas negras y blancas, en lugar de dedicarse al beneficio intelectual de sus conciudadanos.
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