Había una película española que se llamaba 'Las bicicletas son para el verano'. No vamos a meter el dedo en la llaga pero era precisamente el modelo de film español preindustrial que tanto daño ha hecho a lo audiovisual en este país, pero nos sirve para esta entrada: ya nadie va en bici salvo para no gastar gasolina. Alguien debería pensarlo de otra forma: 'La música es para el verano'. De repente Salamanca se llena de ciclos de música al aire libre, especialmente jazz. A todos les da ahora por el jazz, pero nosotros sabemos de sobra lo que pasa con este género en España: es carne de garito. Esporádicamente se hacen conciertos al aire libre, o en salas pequeñas, porque no arrastra a multitudes como el pop, el rock, o la clásica. Nadie espera ver a un montón de gente saltando mientras oyen un concierto de violín, pero ya se sabe que lo minoritario no existe para los mass media. En Salamanca El Barrio rompió el techo de venta de entradas para un concierto, en las dos sesiones que hizo: como dijo un periodista local, "es que aquí hay mucho 'jincho', mucho 'tano' aflamencado". La música jazz es como la música clásica: eterna por su solidez formal, por su capacidad para emocionar, para crear de la nada sin necesidad de copiar; no es fácil, es complicada y depende mucho más del talento que de la promoción, de sonidos fáciles para mentes fáciles, que decía Gervaise de la Rochelle.
El verano se llena de festivales, pero aquí el jazz se muere, se pudre fuera de Madrid o Barcelona. Es carne de garito y a muchos les gustaría que así fuera para siempre, no vaya a ser que el pop melódico de siempre pierda poder frente a la música con mayúsculas. No tiene respaldo oficial, les ponen la zancadilla en los conservatorios y los jazzmen cada día se parecen más a los trovadores medievales, peregrinando de castillo en castillo para tocar y cantar a cambio de comida, cama y mecenazgo. Una pena, una verdadera pena, sobre todo porque los músicos de verdad, los buenos, siempre acaban cayendo en la tentación de meterse en uno de esos garitos oscuros y humeantes y soltarse la melena. Un ejemplo: los solistas de las orquestas profesionales de Viena son famosos porque después de interpretar a Beethoven vuelan a los clubes de jazz a tocar hasta la madrugada lo que les da la real gana. A eso nos referimos.
1 comentario:
Después de mucho buscar encuentro una reflexión que debe considerarse (muy seriamente) y me quedo con las ganas de escribir más ampliamente sobre la misma, posiblemente lo haga. Llegas al centro del problema aunque no sé si por intuición, por experiencia personal, por impulso momentáneo o por el paso de los años. En cualquier caso estoy totalmente de acuerdo.
“Después me preguntó:
¿Qué era eso?
No lo sé.
Se le iluminaron los ojos.
Cuando no sabes lo que es, entonces es jazz”
Novecento – Alessandro Baricco
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