domingo, 27 de julio de 2008

El cómic no acepta ataduras


Una de las cosas que ha conseguido el abusivo poder de la televisión y la música (es decir, lo audiovisual) en nuestros días es la liberación de los subgéneros del arte: la fusión de la industria discográfica y la televisión dieron lugar al videoclip, y éste dio un empujón a la publicidad, la cual se acabó infiltrando en el cine, convertido muchas veces en un spot de cien minutos de duración. Al pairo de todo esto se encontraba el cómic, que siempre fue fructífero, siempre fue económicamente rentable y que jamás dio problemas a nadie. Es más, desde el cómic se han roto muchas de las barreras culturales y de los tabúes existentes en la sociedad occidental. Son, en realidad muchos de ellos, la sublimación total del viejo sueño nietzschiano del superhombre. Luego llegó el cómic europeo, más social, más literario, más extraño y barroco, el cual a finales de los 80 contagió al de EEUU, formando así una quinta columna de trazos donde literatura y dibujo se unían para sacar al cómic del marasmo de los superhéroes. Así es como nacieron dos de los totem de Corso Expresso: 'Maus', primer premio Pulitzer a una obra gráfica, una original historia que desde el trazo y animales antropomorfos contaba la historia de la ocupación nazi de Polonia; y toda la saga de 'Hellboy', de Mike Mignola. Por supuesto hay muchos más, como 'The Watchmen' o 'The Dark Night', pero eso es otra historia que ya contaremos...

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