domingo, 6 de julio de 2008

Las mentiras del cine europeo (2)


Más leña a la hoguera de las vanidades. Hay una vieja máxima china que dice: "si ves a un pobre pidiendo junto a un río, que te ruega que le des un pez, no se lo des, enséñale a pescar". Ya dijimos anteriormente que uno de los grandes problemas del cine europeo, su incapacidad para competir en igualdad de condiciones, está en que siempre elige argumentos propios de corrientes culturales del siglo XX, o decimonónicas. Está bien que el cine sea como un abanico, que haya un Ken Loach, pero por Dios, no cien mil. Siguiendo la máxima china, más le valdría a los gurús del cine continental ser económicamente independientes, porque esa es la llave del éxito y de la libertad total. Alguien que recibe continuamente subvenciones y que vive de la mendigancia administrativa no es realmente libre, y sobre todo, genera un malsano hábito de caridad que sólo debería servir como ayuda estructural. ¿Por qué gastarse un millón de euros en una película que al final sólo ven 10.000 personas, como mucho, y no gastarlo en conservar una iglesia, financiar un proyecto educativo, un nuevo escáner para un hospital...? Los bien pensantes dicen que hay dinero para todo, pero no es así. Además, sólo explotarán de verdad cuando no necesiten pedir a nadie. El dinero de uno mismo lo usa uno como le viene en gana, y así seguro que el cine tendría puertas abiertas para experimentar por su cuenta y riesgo. Los extremos no son buenos, y mucho menos las torres de marfil donde sólo se abordan los monólogos existencialistas de una minoría que normalmente es una élite tan podrida y corrompida como aquellas que denuncia. Libertad y autosuficiencia son las claves para evitar que esto se convierta en una parte más del ministerio de cultura, porque si es para eso será mejor echar el cerrojo. A Spielberg, a Hitchcock, Robert Altman, Eastwood u otros grandes nunca les dieron un chavo.

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