martes, 22 de julio de 2008

Más que Imprescindible: Bob, el gran bardo


El bardo, el maestro, el inclasificable hombre-orquesta que ha sabido cantar sin tener buena voz, que con una guitarra, una armónica y su aspecto de judío frágil fue capaz de poner a todo un país patas arriba. El tipo que en uno de sus cruces de cables mentales se pondría a cantar, si le dejaran, en la Catedral Nueva de Salamanca. Letras que son poemas, música agarrada al folk americano como un clavo ardiendo y que con los años supo hacer deambular, sin dejar de sonar como siempre, por nuevos territorios. Esa capacidad única de reinventarse con cada década es lo que ha convertido a este tipo estrafalario en una pieza fundamental de la cultura de posguerra y de la música contemporánea. Es mucho más que un imprescindible, es el puñetero Bob Dylan, tan raro como un perro verde, tan auténtico como tradicional, tan judío como ciudadano universal que le cantó incluso a Jesse James en los western barrocos y decadentes de los años 70. Su último recopilatorio, con las canciones elegidas por los propios fans de varias generaciones, es algo que cualquier ser humano con dos dedos de frente debería tener en su casa. En Corso Expresso sólo apuntamos a una cosa: 'Knocking on the Heaven's door'. La letra es el texto perfecto del adiós, y la música (en su versión definitiva) es lo que a más de uno nos gustaría oír en nuestro funeral (o en la mejor noche de nuestras vidas, que sirve para ambas cosas). Sobran las palabras. Hagan caso, por favor, que es el señor Robert Allan Zimmerman.

http://es.wikipedia.org/wiki/Bob_Dylan

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